La soberbia hace su voluntad

“La soberbia hace su voluntad, la humildad hace la voluntad de Dios”

(San Agustín)


Anécdota

San Francisco de Asís – Humildad (de las 

Florecillas…)

En cierta ocasión, morando San Francisco en el convento de la Porciúncula con fray Maseo de Marignano, hombre de grande santidad, discreción y gracia para hablar de Dios, por lo que era muy amado del Santo, un día que éste venía de orar en la selva, quiso el dicho fray Maseo probar su humildad y haciéndosele encontradizo a la salida del bosque, le dijo casi reprendiéndolo:

- ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti?

- ¿Qué es lo que quieres decir con eso? - preguntó San Francisco.

- Digo por qué todo el mundo viene en pos de ti, y parece que todos ansían verte, oírte y obedecerte. Tú no eres hermoso de cuerpo, tú no tienes gran ciencia, no eres noble. ¿De dónde te viene, pues, que todo el mundo vaya en pos de ti?

San Francisco, vivamente regocijado, levantó el rostro al cielo y estuvo grande espacio con la mente suspensa en Dios; luego, volviendo en sí, se arrodilló y alabó y dio gracias al Señor, después, con gran fervor de espíritu, se volvió a fray Maseo diciendo:

- ¿Quieres saber de dónde a mí? ¿Quieres saber de dónde a mí? ¿Quieres saber de dónde a mí, que todo el mundo venga en pos de mi? Pues esto me viene de los ojos del altísimo Dios que en todas partes contemplan a buenos y malos; porque aquellos ojos santísimos no han visto entre pecadores ninguno más vil, ni más inútil, ni más grande pecador que yo; no habiendo encontrado sobre la tierra criatura más vil para la obra maravillosa que se propone hacer, me escogió a mí para confundir la nobleza y la grandeza, y la belleza y la fortaleza, y la sabiduría del mundo, a fin de que se conozca que toda virtud y todo bien procede de Él y no de la criatura, y ninguno pueda gloriarse en su presencia, sino que quien se gloría, se gloríe en el Señor, al cual sea toda la honra y la gloria por siempre.

Fray Maseo quedó asombrado de oír tan humilde respuesta, dicha con tan gran fervor; y conoció con certeza que San Francisco estaba fundado en verdadera humildad.

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La Eucaristía es un tesoro inestimable


Frase

“La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo solo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia” 

(San Juan Pablo II)





Anécdota

San Juan Pablo II – Ahí está Jesús


En su última celebración del Corpus Domini que presidió en 2004, el Papa ya no podía andar, de forma que hubo que fijar su silla a la plataforma del vehículo dispuesto para la procesión. 


Delante de él, sobre el reclinatorio, se exhibía el ostensorio con el Santísimo Sacramento. Poco después de la partida, Juan Pablo II se dirigió a uno de los maestros de ceremonias y le preguntó si podía arrodillarse. Con delicadeza, éste le explicó que era demasiado arriesgado, dado que el recorrido era bastante accidentado y eso menguaba la estabilidad del vehículo. 


Pasados unos minutos el Papa repitió: “Quiero arrodillarme”.

Le respondieron que esperase a que el firme fuese mejor. 


Unos instantes después exclamó resuelto, casi gritando: “Ahí está Jesús. Por favor.” 


Dado que no era posible contradecirlo, los dos maestros de ceremonias lo ayudaron a arrodillarse en el reclinatorio. 


Como no lograba sostenerse con las piernas, el Papa intentó sujetarse aferrándose al borde de aquel, pero, casi de inmediato, tuvieron que sentarlo de nuevo en la silla. 


Pese a que el cuerpo ya no le respondía, su firmeza y entereza de ánimo seguía intacta.





San Agustín – Lleven mutuamente sus cargas




Frase

“Recuerden que la Pasión de Cristo desemboca siempre en la alegría de la Resurrección, para que cuando sientan en su corazón los sufrimientos de Cristo, tengan bien presente que luego llegará la resurrección.” 

++(Madre Teresa de Calcuta)




Anécdota

Contaba saqn Agustin, acerca de ayudarse mutuamente a cargar las cruces:

“Mientras estamos en esta vida, es decir, en este camino, procuremos llevar mutuamente nuestras cargas para que merezcamos llegar a aquella vida que carece de toda carga. 

Por ejemplo, fíjense en los ciervos, cómo algunos expertos en estas materias han escrito: cuando atraviesan un brazo de mar hasta una isla en busca de pastos, se organizan de tal modo, que portan, los unos sobre los otros, las cargas de sus cabezas con la cornamenta; de tal manera que el que va detrás coloca su cabeza sobre el anterior, manteniendo el cuello levantado.

Y, como el primero de todos no tiene, delante de él en quien apoyar la cabeza, dicen que hacen lo siguiente por turno: que cuando el que va primero se ha cansado de la carga de su cabeza, se coloca detrás del último, y le sucede aquel cuya cabeza sostenía cuando iba él primero.

De ese modo, soportando sus cargas mutuamente pasan el brazo de mar hasta llegar a tierra firme.”