Anécdota
Santa Faustina – Misericordia en la miseria
“Una vez, me llamó una de las Madres de mayor edad... Me dijo:
Quítese de la cabeza, hermana, que el Señor Jesús trate con usted tan familiarmente, con una persona tan mísera, tan imperfecta. El Señor Jesús trata solamente con las almas santas, recuérdelo bien.
Reconocí que tenia plenamente razón, porque yo soy miserable, sin embargo confió en la misericordia de Dios.
Cuando me encontré con el Señor, me humillé y dije:
Jesús, según dicen, ¿Tú no tratas con las personas miserables?
Quédate tranquila, hija Mía, precisamente a través de tal miseria quiero mostrar el poder de Mi misericordia.
Entendí que la Madre quiso solamente humillarme.”
CRISTO LLEGA DISFRAZADO
Un romance portugués narra la historia de un joven que se fue a las Indias a buscar fortuna y a los pocos años regresó a Lisboa con varios barcos cargados de riquezas. "Ahora - se dijo - voy a jugarles una partida a mis parientes y amigos". Se puso unos vestidos raídos y fue a ver en primer lugar a su primo Pedro.
-Aquí tienes a tu primo Juan que después de pasar unos años en las Indias vuelve a su patria. Ve cómo he quedado. ¿ Puedo quedarme en tu casa por un tiempo.
-Lo siento, pero no me queda sitio en casa.
Juan fue visitando uno tras otros a varios amigos y en todas partes le cerraban la puerta. Volvió, pues, a sus barcos, se vistió con lujosas vestiduras, se dio un paseo por la ciudad con gran séquito de criados y compró una mansión Señorial en la calle más importante.
Dos días bastaron para que en la ciudad no se hablara de otra cosa que de sus riquezas.
¡Quién hubiera podido imaginarlo! - decían los parientes y amigos que tan fríamente le habían recibido- ¡Ah, si lo hubiéramos sabido! De otro modo hubiéramos obrado. Pero no hay nada que hacer ahora. Hemos perdido para siempre una buena oportunidad.