Historia de Navidad de Joseph, el niño que sería Papa

Uno de los ositos del Papa emérito

Mons. Alfred Xuereb, secretario personal de Benedicto XVI durante 6 años, relató el 16 de octubre cómo fueron los últimos días del pontificado del ahora Sumo Pontífice Emérito y contó, entre otras cosas, que cuando tocó hacer la mudanza, Joseph Ratzinger también llevó consigo los dos osos de peluche que siempre lo acompañan.

Mons. Xuereb explicó que el día 27 de febrero de 2013, un día antes de que la Sede de Pedro quedara vacante tras la renuncia de Benedicto XVI, se realizó la última audiencia general del pontificado y “se puso atención para la mudanza, atendiendo a las cosas pequeñas como los osos de peluche que Joseph Ratzinger porta siempre consigo desde hace años”.

“Uno es de 1935 y se lo regaló su mamá en Navidad, el famoso osito que admiraba cuando iba a la escuela y estaba en la vitrina del negocio y por el cual había llorado de pequeño cuando parecía que se había perdido”.

El otro, prosiguió Mons. Xuereb, “es de 1939 y sobre la cabeza tenía un nombre. Había perdido un ojo y el pequeño Joseph había tratado de repararlo con cera caliente quemándole la cara”.

Sucedió hace muchos años, cuando Benedicto XVI era el "pequeño Joseph" y fue precisamente por Navidad. Lo cuenta de primera mano su hermano Georg (que también es sacerdote) en el libro «Mi hermano, el Papa». Es breve pero lo que nos puede dejar la lectura es lo que quiero que cada uno descubra tras hacerla:
"Lo que más fascinaba a Joseph en la tienda de juguetes era un oso de peluche.Cada día, hiciese viento o mal tiempo, cruzábamos la calle para ver el osito que tanto le gustaba. 
Pero un día, poco antes de Navidad, el osito ya no estaba. Mi hermano lloró amargamente sin dejarse consolar. Llegó la Navidad con el reparto de regalos. 
Cuando Joseph entró en la sala festivamente adornada en la que estaba el árbol de Navidad se echó a reír de felicidad: en medio de los regalos estaba el osito de peluche para él. El Niño Jesús se lo había traído. Este hecho le deparó la alegría más grande de su niñez".
En el escudo pontificio de Benedicto XVI hay un oso. Hay hechos que marcan la vida y tal vez aquel oso de peluche (la mano de Dios detrás de aquel evento) llegan a quedar recogidos incluso en las adargas papales.




Fuentes: https://elpapaenlaprensa.blogspot.it/
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