San Agustín y el Niño Jesús

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Un día que estaba trabajando en un libro acerca de la naturaleza de Dios y estaba meditando a uno de los más grandes misterios en toda la teología, a saber, que Dios es "trinidad" de las Personas "padre, hijo y Espíritu Santo y sin embargo sólo un Dios.

Hablar de un misterio! ¿Cómo puede algo ser tres y uno al mismo tiempo?

Agustín se devanaba los sesos y se jalaba sus cabellos tratando de dar sentido a esto pero no importa lo duro que intentó dar sentido a esto por mucho que lo que lo intentara, no podía llegar a ninguna parte.

Así que hizo lo que muchos de nosotros hacemos cuando tenemos un problema que no podemos resolver decidió salir de su habitación estrecha y aclarar su cabeza para dar un paseo en la playa, que resultó estar solo a una corta distancia de su casa.

Agustín paseaba por la orilla, de vez en cuando contemplando el inmenso océano, continuó tratando de averiguar el misterio. ¿Cómo puede Dios ser tres entidades distintas sin embargo, sólo uno?

Levantó la vista al cielo azul claro y oró: "Dios, ayúdame a entenderte!" Sintiéndose mucho mejor, Agustín respiraba y exalaba el aire fresco y salado del mar, pero todavía estaba algo frustrado, pateó la arena en frente de él.

En ese momento vio a un niño pequeño en la distancia, corriendo de ida y vuelta al agua. Estaba intrigado por el niño, que parecía estar involucrado en un juego muy serio.

El niño había cavado un agujero en la arena a pocos metros de donde el oleaje rompía. Agustín veía que el muchacho corría frenéticamente para el mar sacaba agua con una concha marina. corria de nuevo a la arena y de inmediato vertia el agua en el agujero que había cavado. Luego regrasaba al mar, y hacia exactamente lo mismo.

¿Qué estará haciendo este chico loco? Se preguntó Agustín. En ese momento, había dejado de caminar y estaba a sólo unos metros del niño. Pero el muchacho no hizo caso de él y continuó corriendo de ida y vuelta al agujero.

Por último, Agustín no pudo contenerse más y dijo:
_"Niño, ¿qué demonios estás haciendo?"

El niño sonrió y respondió: "Bueno, señor, he cavado este agujero aquí y estoy tratando de llenarlo con toda el agua del océano ".

Agustín soltó una carcajada y dijo:
"Muchacho, ¿posiblemente no sabes que no puedes encajar el vasto océano en ese pequeño agujero pequeño!"

Entonces el muchacho se detuvo, lo miró directamente a los ojos de Agustín, y dijo muy despacio y con claridad en la voz de niño: "Y tampoco a usted Agustín, le cabe la inmensidad de Dios en su diminuta mente."

Y con eso el muchacho desapareció de repente. Agustín miró a su alrededor, pero él no estaba a la vista,se había desvanecido en el aire.


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¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!
y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba;
y deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo,
mas yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti,
no existirían.

Me llamaste y clamaste
y quebraste mi sordera;
brillante y resplandeciente
y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y lo aspiré,
y ahora te anhelo;
gusté de ti
y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste
y deseo con ansia la paz que procede de ti.
(Agustín de Hipona)


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