«La Iglesia… instruida por la palabra de Cristo, partiendo de la experiencia de Pentecostés
y de su historia apostólica, proclama desde el principio
su fe en el Espíritu Santo como Aquel que es dador de vida.
Aquel en el que el inescrutable Dios uno y trino se comunica a los hombres,
constituyendo en ellos la fuente de vida eterna».
Juan Pablo II
Es importante que veamos este periodo de la Pascua, con sus tres grandes celebraciones –la Resurrección, la Ascensión y Pentecostés–, como una unidad, en la que celebramos el misterio de nuestra redención.
La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles no se narra en los evangelios sino en otro libro del nuevo testamento, "Los Hechos de los Apóstoles", escrito por uno de los evangelistas, san Lucas. Aquel día se cumplió, como Jesús había prometido, el descenso del Paráclito, la tercera Persona de la Santísima Trinidad, sobre los que estaban reunidos en aquel lugar.
«Yo rogaré al Padre -les había dicho- y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce».
Pidamos hoy que el Espíritu Santo nos anime con sus dones para transitar por el mundo llevando la alegría del Evangelio.
Se puede decir con confianza que el Espíritu Santo es don. En el evangelio de la vigilia se describe este don como agua que refresca a una gente agotada. Es como si fuéramos plantas secas sobre las cuales se echa el agua. Dentro de poco nos enderezamos para seguir con nuestras tareas. Un poeta católico tenía al Espíritu Santo como su inspirador. Mientras se sentía incapaz de expresar sus sentimientos, rezó al Espíritu. Dijo: “Señor de la vida, haz llover mis raíces”.
También el Espíritu Santo es el don que trae la esperanza de la vida eterna. Dice la segunda lectura ayer de la Carta a los Romanos: “…los que poseemos las primicias del Espíritu gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición como hijos de Dios”. Es el gemido agonizante de las familias que han perdido a sus hijos en la masacre en Texas. Rezan con todo su corazón que vean a sus niños de nuevo en la vida eterna.
La primera lectura hoy cuenta del Espíritu como lenguas de fuego posadas sobre los discípulos. Son dinamismos para proclamar al mundo del amor de Dios. La segunda lectura de Primera Corintios describe cómo el Espíritu nos reúne en un solo cuerpo. Somos unidos a pesar de culturas e idiomas distintas. Se ha mostrado esta verdad por la cuestión del aborto. Los católicos se han unido con el papa y los obispos contra el aborto. Gracias a la Iglesia católica el movimiento en pro de vida no ha disminuido a pesar de una oposición fuerte.
Finalmente, el Espíritu Santo trae la ayuda en nuestras pruebas. Nuestra traducción dice que es un “consolador”, pero la palabra en griego tiene más el matiz de un abogado que un simpatizante. Es el Espíritu que nos fortalece en las tentaciones. Sea que luchamos con la pornografía, o sea la flojera que nos molesta, el Espíritu nos ayuda. Nos recuerda de las enseñanzas de nuestros maestros y del hecho que es Dios que ofendemos por el pecado.
Una buena imagen para el Espíritu Santo es un manantial. En diferentes lugares se encuentran manantiales brotando corrientes de agua pura sin término. Su agua refresca, ayuda, y gratifica de modo que los niños jugando en ella griten de alegría. Así es con el don del Espíritu Santo. Nos refresca, ayuda, y gratifica de modo que queramos cantar alabanzas a Dios
Padre Carmelo Mele O.P.
Junio 5
No creas que los santos, los héroes y los mártires son algo del pasado. Los santos de hoy son diferentes a los del pasado, pero no son menos ejemplares.
Reconoce los ejemplos de fe y de amor que tenemos en esta época. Nos ayudan a ver que el amor, la generosidad y la entrega son posibles también hoy.
Hoy podemos vivir la fe admirablemente, con todas sus consecuencias.
Hay mucha gente ejemplar, muchos son coherentes con sus ideales a costa de cualquier cosa, entregan la vida por su familia y soportan sufrimientos gracias a la fe que los sostiene. Porque el Espíritu Santo existe y sigue actuando
(Mons. Víctor M. Fernández)
Espíritu santo, ven, (se repite 3 veces)
En el nombre del señor.
Acompáñame y condúceme, toma mi vida.
Santifícame y transfórmame, ¡Espíritu Santo ven!
Espíritu santo, ven, ven (se repite 3 veces)
En el nombre del señor.
Fortaléceme y consuélame de mis pesares
Fortaléceme y libérame ¡Espíritu Santo ven!
Espíritu santo, ven, ven (se repite 3 veces)
En el nombre del señor.
Amén