Levántate... y sigue tu camino

"Aunque tus pasos sean pequeños...
vayas poco a poco y tu progreso sea lento,
sigue avanzando y pronto alcanzarás tu meta.
¡Tú puedes! Recuerda que nadie encuentra su camino
sin haberse perdido antes"


Cuenta una historia, que un rico mercader salió a vender mercancías en compañía de sus servidores y con una caravana de 12 camellos.

De noche, pararon en un oasis y cuando el señor ya estaba listo para dormir, llegó su asistente y le dijo:
- Señor, tenemos un problema: Ya hemos amarrado 11 camellos pero olvidamos traer una estaca y no sabemos que hacer con el que nos falta.

- Muy sencillo, dijo el mercader: Simula delante del animal que clavas la estaca y lo amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedará quieto.

Los servidores hicieron lo que dijo su señor y se fueron a dormir.

Al amanecer vieron que todos los camellos estaban en su lugar.

Fue de nuevo el asistente y le dijo al comerciante que tenían los camellos listos para partir, pero no podían poner en camino al camello número 12.

El señor les dijo que simularan desatarlo porque creía que estaba amarrado. Así se hizo y la caravana pudo proseguir su camino. A ti, ¿cuántos lazos mentales te frenan?

El mundo no quiere oír hablar de esta verdad de fe: Cristo volverá. ¡Y ay de quienes no se encuentren preparados para su venida! Precipitarán en el abismo de fuego, de donde no se sale.

Tenemos tiempo aún de encontrar propicio el rostro de Dios para pedirle perdón y comenzar una nueva vida, levantándonos del pecado y buscando la santidad. Pues llegará el día y la hora que sólo Dios Padre conoce, en que se cumplirá la promesa del Señor, y Cristo vendrá a tomar su cetro, haciendo morir a todos sus enemigos. Ojalá nosotros no nos encontremos en el número de estos últimos.

Consideremos que estas reflexiones no están llamadas a producir miedo, sino a que encaminemos nuestras vidas conforme a la ley de Dios y a sus Mandamientos, que son el verdadero camino para la salvación.


Julio 19
La Palabra de Dios nos insiste: Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios (Ef 5,20). Nos dice que demos gracias “por cualquier motivo”, es decir, por la luz, por la vida, por la casa que tenemos, por poder sentir el aire en nuestra piel, por el agua, por todo. 

No hace falta ponerse a pensar demasiado, solo hay que dejar que el corazón se vuelva positivo y darle rienda suelta al agradecimiento. Si realmente amamos a Dios y tenemos un corazón positivo, el agradecimiento nos brotará en todo momento: Den gracias a Dios en toda ocasión (1Tes 5,18). Y si nuestro corazón es negativo y oscuro, la costumbre de agradecer ayudará a volverlo positivo y alegre.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. 

Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.