"No bajemos los ojos sin humillar el corazón al mismo tiempo; no demos a entender que queremos el último lugar sin quererlo verdaderamente
San Francisco de Sales
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
Junio 14
La primera virtud de la que tiene necesidad el alma que tiende a la perfección es la caridad. En todas las cosas naturales, el primer movimiento de las mismas, su primera inclinación, su primer ímpetu es el de tender, el de ir al centro: es esta una ley física. Lo mismo sucede con las cosas sobrenaturales: el primer movimiento de nuestro corazón es el de ir a Dios, que no es otra cosa que amar su propio y verdadero bien.
Con toda razón en la sagrada escritura se llama a la caridad vínculo de perfección. La caridad tiene como hermanas gemelas el gozo y la paz. El gozo nace del deseo de poseer aquello que se ama. Ahora bien, desde el momento en que el alma conoce a Dios, se ve naturalmente impulsada a amarlo; si el alma sigue este impulso natural, avivado a su vez por el Espíritu Santo, ya está amando al supremo Bien.
En consecuencia, esta alma afortunada ya está en posesión de la hermosa virtud de la caridad. Ahora bien, amando a Dios, ya está segura de poseerlo, porque aquí no ocurre, como suele ocurrir lamentablemente a quien ama el dinero, los honores y la salud, que no siempre tiene lo que ama; quien ama a Dios inmediatamente lo posee.
No es esto una invención de mi mente; es la sagrada escritura la que lo dice: «Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él». ¿Qué nos quiere decir esta frase de la escritura «Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él»? ¿Acaso no significa que, como el alma orientada a Dios es toda de Dios por el amor, de la misma manera Dios por comunicación es todo del alma?
(23 de octubre de 1914, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 197)
Con toda razón en la sagrada escritura se llama a la caridad vínculo de perfección. La caridad tiene como hermanas gemelas el gozo y la paz. El gozo nace del deseo de poseer aquello que se ama. Ahora bien, desde el momento en que el alma conoce a Dios, se ve naturalmente impulsada a amarlo; si el alma sigue este impulso natural, avivado a su vez por el Espíritu Santo, ya está amando al supremo Bien.
En consecuencia, esta alma afortunada ya está en posesión de la hermosa virtud de la caridad. Ahora bien, amando a Dios, ya está segura de poseerlo, porque aquí no ocurre, como suele ocurrir lamentablemente a quien ama el dinero, los honores y la salud, que no siempre tiene lo que ama; quien ama a Dios inmediatamente lo posee.
No es esto una invención de mi mente; es la sagrada escritura la que lo dice: «Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él». ¿Qué nos quiere decir esta frase de la escritura «Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él»? ¿Acaso no significa que, como el alma orientada a Dios es toda de Dios por el amor, de la misma manera Dios por comunicación es todo del alma?
(23 de octubre de 1914, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 197)