"Como es posible que alguien que cree en Dios
pueda amar algo fuera de Él"
-San Felipe Neri
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
Junio 5
Yo ya no vivo; y, con esta muerte sofocante en el alma, ya no hay nada que me impulse a vivir; y ninguna noticia sirve ya para disminuir este mi sueño mortal.
Me adhiero o, mejor, me parece que me adhiero, y no sabría cómo, a las ayudas diligentes que hasta este momento me han llegado de usted. Inclino y me esfuerzo por inclinar gustosamente mi cabeza a todos los golpes de la justicia divina, justamente indignada conmigo.
Pero no hay nada que me sirva para hacerme volver a la vida perenne, nada que me sirva para animar mi espíritu herido de muerte; me adormilo y desfallezco… A veces, las sacudidas más fuertes agitan mi espíritu, que se esfuerza por ser fiel; él se hace el valiente, pero después cede, buscando en vano volver a encontrar su tesoro perdido.
Además, padre mío, la oración es el aguijón de dolores y de sufrimientos morales, horrible al recordarlo. Yo ya no comprendo nada; no sé si mis plegarias son plegarias o más bien fuertes resentimientos que el corazón, en la plenitud de su dolor, dirige a su Dios. Siento en mí un abandono total, horrible para recordarlo cuando se está en él.
Nada, absolutamente nada, fuera de los relámpagos rarísimos, veloces y de luz incierta, entre las espesas tinieblas, en las que uno está inmerso, que dicen al espíritu: Dios está en el bien. P
ero Dios está siempre oculto al espíritu, que, vigilante, se consume en afanosas,
pero siempre necesarias, búsquedas; y el pobre espíritu se va consumiendo entre tantos miedos a ofenderle, dado que está solo en una soledad desoladísima, solo con su ardiente carácter, solo con los asaltos internos y externos, solo con la corrupción natural, solo en
los combates del enemigo.
(4 de junio de 1918, al P. Benedetto da
San Marco in Lamis, Ep. I, 1026)
(4 de junio de 1918, al P. Benedetto da
San Marco in Lamis, Ep. I, 1026)