No se dejen engañar, de Dios nadie se burla;
pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.
Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción,
pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
San Pablo
San Pablo
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
18 de Marzo
Padre, permítame desahogarme al menos con usted: ¡estoy crucificado de amor! No puedo ya más; es este un alimento muy delicado para quien está acostumbrado a alimentos ordinarios; es precisamente esto lo que me produce de continuo fortísimas indigestiones espirituales, la de crecer de tal modo que la pobre alma gime al mismo tiempo por un vivísimo dolor y un vivísimo amor. La pobrecita no sabe adaptarse a este nuevo modo de ser tratada por el Señor. Y he aquí que el beso y el toque –lo diré así– sustancial que este amorosísimo padre celestial imprime en el alma todavía le causan un sufrimiento extremo.
¡Que el buen Jesús le conceda comprender mi verdadera situación! Y yo, mientras tanto, le insto a que quiera tratarme con caridad todavía un poco más, y pronunciarse sobre esto.
Queridísimo padre, satisfacer las necesidades de la vida, como comer, beber, dormir, etc., me resulta tan penoso que no sabría encontrar comparación adecuada si no es en las penas que deben experimentar nuestros mártires en el momento de la prueba suprema.
Padre, no crea que exagero al usar esta comparación; no, es exactamente así. Si el Señor, en su bondad, no me quita el conocimiento en el momento de realizar estos actos, como lo hizo en el pasado, pienso que no podré durar mucho, siento que me falta apoyo bajo los pies.