Frase:
"Haz a los demás lo que quieras te hagan a tí"
Mateo 7-12
7.
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
8. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá.
9. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra;
10. o si le pide un pez, le dé una culebra?
11. Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
12. «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
La Palabra de Dios es infinitamente sabia y en ella podemos encontrar respuestas a todo lo que necesitemos. "Pedid y se os dará" nos dice Dios y éso es lo que debemos hacer, con la confianza de que seremos escuchados.
El orar nos permite escuchar en el silencio la respuesta de Dios a nuestras oraciones y El nos va dirigiendo por medio de su Espíritu santo a dar los pasos necesarios para obtener lo que pedimos.
Y buscando una respuesta a los problemas que actualmente enfrentamos mi familia y yo, encontré la solución que puede llevarnos a resolverlos: Haz a otros lo que quieras te hagan a tí.
Y recordé o mejor dicho, nunca olvidé a quien tanto bien me hizo algún día y a quien por distintas circunstancias no he podido pagar el favor y el dinero que me prestó.
Recordé entonces a unas personas que me deben dinero desde hace mucho tiempo y no me lo han pagado. En ése tiempo lo necesitaron y prometieron pagar en cuanto tuvieran. Sucede que ahora lo tienen, pero tienen tan mala memoria que no se acuerdan de pagar a quien tanto bien les hizo aún a costa de su propio bien.
También empecé a darme cuenta que personas a mi alrededor abusan robando en sus negocios y como dicen: "de poquito en poquito se llena el jarrito" pues hay comerciantes cercanos que aumentan un peso, dos, tres, diez a las cuentas y de ésa manera se hacen de sus cosas, mientras abusan de uno. Y leyendo en la palabra de Dios entendí que no debo quedarme callada ante ésas circunstancias.
Y he empezado a recordar historias de personas iguales a ellos y he empezado a contarselas para que se den cuenta del daño que hacen, pero sobre todo del daño que se hacen a sí mismos y a sus familiares.
He aquí una de ésas historias:
Sucede que una familia llegó a la gran ciudad con muchas ganas de salir adelante. Trabajaron en una fábrica y como eran ahorradores juntaron y con el tiempo pusieron una tiendita que empezó a prosperar honradamente.
En su afán de prosperar, poco a poco empezaron a dejar que sus hijos les ayudaran en la tienda y como muchos sabemos, no se puede dejar en manos de los niños el dinero que no saben manejar todavía porque si uno cae en la tentación con mucha más razón los niños.
Así que sus hijos empezaron a tomar a escondidas dulces y demás. Se les fué haciendo vicio y al crecer, siguieron dándose gusto en todo.
Sus padres no les llamaban la atencións. Y empezaron a reetiquetar las mercancías con tal de que sus hijos estudiaran la Universidad y otros pusieran sus negocios.
También empezaron a hacer pequeños robos a sus clientes. Si se descuidaban y olvidaban alguna mercancía pues no la entregaban. A los niños les daban de menos diez, quince, veinte centavos, un peso en el cambio, aprovechando que sus madres los enviaban a la tienda por trabajar o por distintas circunstancias.
Como dicen que si se acalla la conciencia una vez, después se va escuchando la voz cada vez menos porque el ruido de tanta cosas que se compran con ésos pequeños robos es tan grande que no se escucha la voz de la conciencia, y así siguieron haciendo cosas no convenientes cada vez en mayor escala.
Prestaban la mercancía y anotaban un valor mayor del que realmente era, así que cobraban de más a personas que algunas no sabían ni leer y otras tenían la necesidad de pedir fiado.
Sus clientes eran personas humildes pero de buena paga, de los cuales se aprovechaban para cobrarles de más un peso, dos, diez, veinte, dependiendo de "lo tontos" o yo diría necesitados que estuvieran.
Empezaron a hacer una casa en su tierra. Una casa grande, con jardines y hasta lujos que rayaban en lo ridículo. Su familia en su tierra era humilde, vivían en casas de adobe, trabajando en fábricas o en el campo con los jornales que se cobra en ellos. A algunos los ayudaban con lo que robaban en la tienda a los pobres clientes que tenían la desgracia de comprarles.
Con el tiempo, pusieron otro negocio porque un hijo se fué a Estados Unidos y al regreso les ayudó a ponerlo. Dejaron la tienda y prosperaron y siguieron prosperando, tanto que pusieron una fábrica de la cual vivían todos los hermanos junto con sus familias.
Pero como todo lo que empieza mal, mal acaba. Y como dice la Palabra de Dios: "en tus hijos pagarás tus pecados hasta la cuarta generación", sus hijos que les robaban desde niños y a los cuales ellos consintieron, tuvieron hijos que les robaban también primero a sus abuelos en la tienda y después a sus padres del monedero y de lo que vendían de un pequeño negocio que tenían vendiendo calzado.
Y como se va de mal en peor, los nietos de sus hijos terminaron una siendo drogadicta, pues le gustaba tomar medicamentos sin control; otro bebiendo y dejando trabajos y trabajos mientras una tía le ayudaba a encontrar y otros le ayudaban a mantener a sus hijos; el otro hijo le fué bien en sus negocios pero como era tan "buena persona" y ayudaba a sus familiares aunque no lo merecieran, empezó a irle mal en el negocio que tan prósperamente inició, terminó teniendo problemas con su mujer y perdiendo el negocito.
Así que empezaron los abuelos mal, siguieron los hijos mal, los nietos peor y los bisnietos mucho peor. De una de las nietas nunca se supo dónde quedó, el otro viendo a sus hijos aparentemente prósperos, pero cargados de miserias: alcoholismo, flojera, etc. y el otro pobre después de haber tenido un capitalito.
Pareciera que la historia de los abuelos se repite en los hijos, los nietos y bisnietos.
Pero hay una buena noticia: Cada uno de nosotros podemos romper ése círculo, venciendo las tentaciones que se nos presentan. Rehuyendo a ellas, convirtiéndonos, dando testimonio de la Palabra de Dios, orando para que Dios nos dé fortaleza para resistir a la tentación.
Y es que es lógico: "hijo de tigre, pintito". Y nosotros heredamos de nuestros ancestros caracterízticas.
La oración, la limosna, el ayuno o sea el abstenerse son pilares fundamentales. Y si hemos hecho algún daño a otros, repararlo. Si debemos a alguien, debemos pagarle porque ésa persona nos hizo un gran bien y no debemos hacerle un daño si no deseamos nos lo hagan a nosotros. Si hemos robado, debemos rezarcir a quien se lo hemos hecho, empezando dejando de robar, en seguida si se es tendero como el que platico, poniendo ofertas a sus clientes, haciéndoles descuentos en sus compras o bonificaciones por su buen pago.
Esa es la buena nueva:
Podemos romper el círculo de pecado, con la ayuda de Dios si se lo pedimos y pagando el mal que hemos hecho. La Palabra de Dios dice: "Antes de venir al sacerdote, reconcíliate con tu hermano"
Y el sacerdote es la representación de Jesús, el cual es justo.
En ésa reconciliación entra el resarcir a los que hemos dañado en su patrimonio, en su persona, en su integridad.
No importa si ésa persona nos ha hecho daño. Perdona a los que te ofenden y Dios te perdonará a tí.