Frase
“El humilde se contenta con lo que le toca: si se
trata de servir, sirve; si le toca trabajar fuerte, lo hace y si le dan regalos
con admiración y agradecimiento los recibe, aunque piensa que no le
corresponden.”
(Santa Teresa de Jesús)
Anécdota
Santa Bernardita – Como una escoba
Siendo ya Santa Bernardita, la
vidente de las apariciones de la Virgen en Lourdes, religiosa de las Hermanas
de la Caridad de Nevers que se ocupaban de la escuela y del hospital, un día una
hermana religiosa le enseñó una foto de los lugares de Lourdes y manifestaba la
grandeza de haber sido elegida para tan gran don. Bernardita se limitó a
sonreír y, con aparente ingenuidad, preguntó:
-
Hermana, ¿para qué sirve una escoba?
-
Para barrer.
Bernardita siguió preguntando:
-
¿Y después?
-
Se guarda en su sitio, detrás de la puerta.
-
Así ha hecho la Virgen conmigo. Me usó y me ha vuelto a
poner en mi sitio. Y yo estoy muy bien así.
Santa Bernardita Soubirous(1879)
Nació en Lourdes (Francia) en 1844. Hija de padres supremamente pobres. En el bautismo le pusieron por nombre María Bernarda (nombre que ella empleará después cuando sea religiosa) pero todos la llamaban Bernardita.Era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivían en un sótano húmedo y miserable, y el papá tenía por oficio botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada. A causa también del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración.Esta enfermedad la acompañará y la atormentará toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. En ella se cumplieron aquellas palabras de Jesús: "Mi Padre, el árbol que más quiere, más lo poda (con sufrimientos) para que produzca más frutos" (Jn. 15).
En Bernardita se cumplió aquello que dijo San Pablo: "Dios escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidades del mundo". Bernardita a los 14 años no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera Comunión porque no había logrado aprenderse el catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira. Un día ve unas ovejas con una mancha verde sobre la lana y pregunta al papá: ¿Por qué tienen esa mancha verde? El papá queriendo chancearse, le responde: "Es que se indigestaron por comer demasiado pasto". La muchachita se pone a llorar y exclama: "Pobres ovejas, se van a reventar". Y entonces el señor Soubirous le dice que era una mentirilla. Una compañera le dice: "Es necesario ser muy tonta para creer que eso que le dijo su padre era verdad". Y Bernardita le responde: ¡Es que como yo jamás he dicho una mentira, me imaginé que los demás tampoco las decían nunca!