Frase
“En verdad, toda corrección, en un principio, es motivo de tristeza, no de alegría, pero luego produce, en los que así ha ejercitado, un fruto delicioso de paz y de justicia.” (Beato Dom Columba Marmion)
Anécdota
San Pio de Pietrelcina – Los consejos del P.Pio
Un sacerdote argentino había oído hablar tanto sobre los consejos del Padre Pío que decidió viajar desde su país a Italia con el único objeto de que el Padre le diera alguna recomendación útil para su vida espiritual. Llegó a Italia, se confesó con el Padre y se tuvo que volver sin que le diera ningún consejo. El Padre le dio la absolución, lo bendijo y eso fue todo.
Llegó a la Argentina tan desilusionado que se desahogaba contando el episodio a todo el mundo:
- No entiendo por qué el Padre no me dijo nada... ¡y yo que viajé desde la Argentina sólo para eso!
El Padre Pío lee las consciencias y sabía que yo había ido con la esperanza de que me diera alguna recomendación...
Así se quejaba una y otra vez hasta que sus fieles le empezaron a preguntar:
- Padre, ¿está seguro que el padre Pío no le dijo nada? ¿No habrá hecho algún gesto, algo fuera de lo común?
Entonces el sacerdote se puso a pensar y finalmente se acordó que el Padre Pío sí había hecho algo un poco extraño... entonces dijo a sus fieles:
- Me dio la bendición final haciendo la señal de la cruz sumamente despacio, tan despacio que yo pensé: “¿es que no va a acabar nunca?”
Le respondieron:
- ¡He ahí el consejo! Usted la hace tan rápido cuando nos bendice que más que una cruz parece un garabato.
El sacerdote quedó contentísimo con esta forma tan original de aconsejar que tenía el Padre Pío.
NOTA DE RETAZOS Y PUNTADAS
Cuando leí ésta anécdota del Padre Pío, sonreí recordando al sacerdote de mi capilla que el domingo pasado nos aleccionaba sobre la manera en que debemos comportarnos en misa y él insiste mucho en bendecirnos despacio. Dice que nos persignamos como si espantáramos moscas, jajaja, que debemos hacerlo lento y diciendo las palabras "En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén"
Dice el sacerdote de mi capilla que el persignarnos es signo de nuestro cristianismo ante los demás, que nos identifica como católicos discípulos de Jesús ante los demás. Asi que no debemos espantar moscas, sino hacer lentamente el persignarnos ante los demás como un signo de lealtad a Dios.