Envejecer es como escalar una gran montaña

"Envejecer es como escalar una gran montaña:
mientras se sube las fuerzas disminuyen,
pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena".
(Ingrid Bergman)

Jesús dijo: “Yo soy el camino”.
 ¿Qué quiso decir con esas palabras? Supongamos que estamos en una ciudad extraña y pedimos indicaciones a uno en la calle. Supongamos que un señor nos responde: “Tome la primera calle a la derecha y la segunda a la izquierda. Pase delante de la iglesia y doble en la tercera cuadra a la derecha; el camino que usted busca es el cuarto a la izquierda”. Si nos dice eso, lo más probable es que nos perdamos a la segunda cuadra.

Pero supongamos que la persona a quien le hacemos la pregunta nos dice: “Señor, permítame subir a su coche. Yo lo guiaré hasta allí, pues yo voy en la misma dirección”. En ese caso, la persona que nos acompaña es el camino y no nos podemos perder.

Eso mismo es lo que hace Jesús por nosotros. No se limita a darnos consejos e indicaciones. Se pone junto a nosotros y nos guía, avanza con nosotros, nos fortalece, nos conduce y nos dirige todos los días de nuestra vida. No nos habla sobre el camino, es el camino.
(W. Barclay)

Cuenta la historia que hace mucho tiempo atrás vivía un hombre muy bueno y generoso que le encantaba compartir con los demás. Cada vez que el buen hombre comía o desayunaba siempre dejaba la mitad de sus alimentos para compartirlos con algún pordiosero o necesitado que viviera en las calles.
Cuando el hombre no estaba compartiendo sus alimentos, pasaba al hospital a visitar a los enfermos o a los ancianos de los diferentes asilos.

Este hombre lo compartía todo, más que sus alimentos le encantaban compartir su tiempo para consolar a las personas necesitadas de consuelo.
Un día llego un señor muy enfermo a uno de los hospitales que este buen hombre visitaba.

El buen samaritano se enteró que al señor le quedaba poco tiempo de vida y le dedicó todo el tiempo posible.
El mismo samaritano llegaba al hospital a bañarlo a cambiarlo y a servirle en todo al pobre enfermo.
Cuando el señor murió le dejó una carta al buen samaritano que decía esta fue mi última semana de vida pero con todo y eso fue la mejor de todas las semanas… Gracias por tanto amor.
Pequeñas semillitas

Julio 27
Entrégate a la vida aceptando lo que venga. No pretendas planificar ni controlar todo, porque así se te escaparán muchas cosas bellas y ni siquiera podrás verlas. Pasarán por un costado y estarás distraído con tus cálculos mentales. Mejor salta a la aventura de la existencia sin miedo, déjate tomar por la permanente novedad cotidiana.
La vida es muchísimo más que llevar el control de todo.
Deja que la realidad sencilla de cada día te sorprenda, porque en un mundo tan variado y maravilloso no puede existir un día aburrido.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.