La humildad nos lleva a reconocer nuestras carencias

“Las obras de caridad corporales son como brasas que inflaman el corazón del hombre en el amor de Dios … La caridad es universal, no tiene en cuenta ni raza, ni color, ni religión …
 Obras y caridad es lo que pide de nosotros el mundo actual … 
Servir a los enfermos y a los pobres, y morir por ellos, es toda mi delicia y todo mi bien … 
Médicos, seguid con buen ánimo, que en el ejercicio de la caridad salvaréis el alma y el cuerpo”
(San Camilo de Lelis)



A veces nos invade el pesimismo, la tristeza o la sensación de que todo va mal… en el mundo, en mi trabajo, en mi familia, en mi vida.
Y es que somos frágiles, y el maligno siempre está atento para aprovecharse de esa fragilidad y procurar hacernos sentir que las cosas no funcionan o que no vale el esfuerzo por hacerlas mejores… ¡Pero no es así!

Cada nuevo amanecer o cada niño que nace, es una prueba más que Dios renueva su confianza en nosotros y nos otorga una nueva oportunidad de encaminar nuestros pasos hacia Él corrigiendo errores, superando dificultades, venciendo fragilidades propias de nuestra humana condición.

Dios quiere mostrarnos que más allá de todo lo malo y negativo que hay en el mundo, todavía hay muchas personas buenas, muchas familias bien constituidas, mucha gente que ama y ayuda al prójimo, muchas buenas noticias que superan a las malas, muchos cristianos que rezan y muchos no cristianos que se convierten, muchos motivos para renovar la fe, la esperanza y crecer en el amor.

Demos gracias a Dios porque nos permite a cada momento experimentar Su presencia llena de amor misericordioso en nuestras vidas. Él renueva todos los días su alianza con nosotros, y nos dice “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

Así como una moneda tiene cara y sello, así en las situaciones de la vida encontramos momentos muy agradables y otros muy difíciles de aceptar.
Cuando nos incomode algo, acordémonos de mirar la parte positiva de la circunstancia que vivimos. Si la buscamos, la encontramos…

Por encima de lo que nos disguste en las dificultades y en medio de lo desagradable, podemos estimular nuestra imaginación y ejercitar la paciencia para hallar las mejores soluciones, con amorosa serenidad.

Decidamos cada uno de nosotros ser un campeón que triunfa en el estadio de la vida.
(Pequeñas semillitas)

Un minuto para volar


Julio 14

Un creyente está agradecido por la luz de la fe, y sabe que tiene un valor inmenso, pero no se siente un sabio. Reconoce que en las cosas de la fe es mucho más lo que no sabe que lo que cree saber. Por eso decía santo Tomás de Aquino que “el conocimiento de la fe no aquieta el deseo, sino que lo excita” (CG 3,40).
Mientras más conozcas la Palabra de Dios, más deseos tendrás de comprenderla mejor. Nunca sentirás que ya la sabes, que eres un maestro, que los demás son ignorantes. Tu fe te lleva a reconocer tu propia ignorancia.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.