“Camina silenciosamente con Dios.
Trabaja alegremente para Dios.
Ve las cosas desde la perspectiva de Dios.
Convérsalo todo con Dios.
Arde con el celo por la gloria de Dios.
Encuentra tu gozo en Dios.
Descansa profundamente en el corazón de Dios”
(San Arnoldo Janssen)
Piensa libremente. Practica la paciencia. Sonríe con frecuencia. Saborea los momentos especiales. Vive el mensaje de Dios. Haz amigos nuevos. Redescubre los de antes. Di a tus seres amados que los amas. Siente profundamente. Olvida los problemas. Perdona a un enemigo. Ten esperanzas. Crece. Sé loco. Cuenta tus bendiciones. Observa los milagros. Óbralos. Descarta las preocupaciones. Da. Cede. Ten esa confianza que permite recibir. Corta algunas flores. Compártelas. Cumple una promesa. Busca arcos iris. Contempla las estrellas. Percibe la belleza por doquier.
Trabaja mucho. Sé prudente. Trata de comprender. Reserva tiempo para la gente. Reserva tiempo para ti mismo. Ríe con ganas. Esparce la alegría. Acepta un riesgo. Ofrécete. Ábrete a alguien. Prueba algo nuevo. Aminora la marcha. Sé blando, a veces. Cree en ti mismo. Confía en otros. Mira un amanecer. Escucha la lluvia. Rememora. Llora cuando te sea preciso. Cree en la vida. Ten fe. Disfruta de lo maravilloso. Reconforta a un amigo. Alberga ideas buenas. Comete algunos errores. Aprende de ellos.
¡CELEBRA LA VIDA!
De nada valdría tener los silos llenos de trigo si no hubiese invitados a la fiesta del pan.
No serviría para nada la inmensidad de los mares si no se encontraran compañeros para la travesía.
Esta es la esperanza que te pedimos, oh grande y buen Dios: la fuerza de la esperanza que hace brotar y florecer, fructificar y ser de todos el bello y divino milagro de la vida.
(Pequeñas semillitas)
Julio 15
El consuelo que recibimos del amor del Señor en la oración no es para que nos quedemos tranquilos, sino para que consolemos a los demás. Alabamos a Dios que nos consuela en nuestras angustias y perturbaciones para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación con ese consuelo que nosotros hemos recibido (2Cor 1,4)
Un minuto para volar
Julio 15
El consuelo que recibimos del amor del Señor en la oración no es para que nos quedemos tranquilos, sino para que consolemos a los demás. Alabamos a Dios que nos consuela en nuestras angustias y perturbaciones para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación con ese consuelo que nosotros hemos recibido (2Cor 1,4)
Porque si somos consolados, es para el consuelo de ustedes, que les dé fuerzas para soportar los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos (2Cor 1,6). Todo lo que Dios hace en nuestras vidas es para que seamos instrumentos de paz para los demás.
(Mons. Víctor M. Fernández)
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.