"Al considerar el inefable amor
con que la Virgen Madre esperó al Hijo,
se sentirán animados a tomarla como modelo
y a prepararse, vigilantes en la oración y jubilosos en la alabanza,
para salir al encuentro del Salvador que viene."
(San Pablo VI)
Mi Señor, quiero poder siempre caminar contigo y experimentar a tu lado el nuevo rostro de Dios. Quiero ser transformado por Ti para luego ir al mundo entero a darte los frutos que corresponda. Estoy llamado a cooperar contigo en la extensión de tu Reino, a trabajar continuamente por tu Iglesia y por llevar tu Palabra a los que aún no te conocen o creen conocerte pero no viven según tus mandatos.
Quiero imitar tu ejemplo de vida que pasaste por el mundo haciendo el bien, llevando alegrías y sanando los dolores. Ayúdame a llevarte hoy a todas las personas con las que pueda encontrarme en este camino de vida que me estoy trazando. Tú me has elegido para ser tu amigo, no tu esclavo.
Eres mi gran amigo, el que nunca falla y que todo lo perdona. Tú me has elegido y quieres que te acompañe en este viaje por la vida y por nuestra salvación. Contigo estoy dispuesto a todo, porque me siento seguro de que me acompañas y pides al Padre por mi protección y porque nunca caiga en las trampas del mundo. Deseo vivir mi profesión de fe unido a tu voluntad y a tu amor. Amén.
(Píldoras de Fe)
Es bueno recordar siempre que todos somos, por naturaleza, pecadores. Y Jesús nos pide que despreciemos el pecado… pero no al pecador.
Ante bien, al pecador tenemos que ayudarlo en su conversión, e invitarlo a que se acerque a la misericordia de Dios que lo espera como el Padre Misericordioso siempre dispuesto a abrazar y perdonar. No importa cuán grande sea mi pecado… El amor, la misericordia, y el perdón de Dios SON MÁS GRANDES.
Recordemos que “Dios no se cansa de perdonar… Somos los hombres los que nos cansamos de pedir perdón”.
Agosto 26
La santa pobreza no es convertirse en un mendigo. Eso quizás sería muy superficial. Se trata de vivir con libertad interna, siempre dispuesto a vivir de otra manera. Así lo decía San Pablo: “Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia. Estoy hecho completamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4, 12-13).
Deja que Dios te quite todo si es necesario, porque solo podrás perder lo pasajero, lo que alguna vez tendrás que dejar.
(Mons. Víctor M. Fernández)
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.