“María no solo vela por la Iglesia.
Ella tiene un corazón tan amplio como el mundo
e implora ante el Señor de la historia por todos los pueblos.
Esto lo registra la fe popular que encomienda a María,
como Reina maternal, el destino de nuestras naciones”
(Documento de Puebla, nro. 289)
La armonía es la conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras.La belleza es la armonía de las formas, que inspira admiración y complacencia.
Armonía es el resultado de la combinación concertada y agradable al oído, de los sonidos de una composición musical.
La salud es la armonía de las funciones de los sistemas orgánicos, y el equilibrio mental y emocional, por los cuales la persona actúa y reacciona normalmente.)
Quien vive la sabiduría, practicando la justicia y la bondad, le imprime armonía a su vida.
El Señor nos ha dado un secreto en su Evangelio, nos ha dicho que quien sea misericordioso, obtendrá misericordia.
En primer lugar siendo misericordiosos con los hombres, también obtendremos misericordia de Dios en el juicio. Pero también al ser misericordiosos con las Benditas Almas del Purgatorio, los hombres serán misericordiosos cuando nosotros estemos entre esas llamas tremendas. Si somos misericordiosos con los que están enfermos, los hombres serán misericordiosos cuando nosotros estemos enfermos.
Por eso si somos misericordiosos tenemos asegurado el Paraíso, y no sólo el Paraíso, sino que la tierra será la antesala del Cielo para nosotros, porque recibiremos el ciento por uno, sino de los hombres, sí al menos de Dios, porque quien da, recibe; y quien dé generosamente, Dios y los hombres, o al menos Dios, no se olvidarán de nosotros.
Pero no sólo que nos salvaremos al ser misericordiosos con todos, sino que gozaremos de una dulzura de alma y una paz, que ninguna riqueza de este mundo puede igualar, porque tendremos el sabor de la miel de las buenas obras en los labios, y con tal de degustar cada vez más ese sabor bendito, haremos cada vez más obras de misericordia.
(Sitio Santísima Virgen)
Agosto 25
Nadie está más seguro y más firme que quien vive como si lo hubiera perdido todo. Tiene muchas cosas, pero vive completamente libre, como si ya no las tuviera. Por eso, cuando pierde algo, no le provoca muchas tristeza ni dolor. Ya lo ha entregado.
Esa es la verdadera y santa pobreza espiritual, la que vivieron san Francisco de Asís, Carlos de Foucauld, Teresa de Calcuta y tantos otros. Vive libre y alegre como si lo hubieras perdido todo.
(Mons. Víctor M. Fernández)
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.