No podemos comprender a Dios por que Dios es perfectamente sencillo

«En esta santa Iglesia Católica, instruidos con esclarecidos preceptos y enseñanzas,
 alcanzaremos el reino de los cielos y heredaremos la vida eterna, por la cual todo lo toleramos,
 para que podamos alcanzarla del Señor»
(San Cirilo de Jerusalén)

Eres único en el mundo. Eres especial. Reconoce objetivamente tanto tus cualidades como tus defectos. Y en vez de alterarte por tus imperfecciones para postrarte en la descalificación de ti mismo, parte de tu realidad negativa para trabajar pacientemente por mejorar tus conductas.

Niégate a descorazonarte por tus defectos. Más bien, acepta que conociéndolos puedes elegir el camino de tu superación personal. Para vivir serena, segura y eficazmente, cultiva las virtudes que te faltan. Mañana será demasiado tarde. Vive desde ya tu presente.

Parece curioso que una oración tan sencilla como el Rosario sea particularmente asociada a los dominicos. Pensamos raramente en los dominicanos como en personas sencillas. Tenemos la reputación de escribir obras teológicas largas y complejas. Sin embargo, hemos luchado para conservar el Rosario. Es nuestra santa herencia.

Pero ¿por qué esta oración sencilla es tan amada por los dominicos? Probablemente porque en el corazón de nuestra tradición teológica reside una aspiración a la sencillez. Santo Tomás de Aquino decía que no podemos comprender a Dios por que Dios es perfectamente sencillo.

Hay una sencillez falsa de la que nos tenemos que deshacer. Es la simplificación de aquellos que tienen siempre una respuesta fácil a todo, que saben todo por adelantado; o son muy perezosos o son incapaces de pensar. Hay una verdadera sencillez, la del corazón, la de la visión clara. Y nosotros sólo podemos acceder poco a poco con la gracia de Dios, acercándonos a la cegadora sencillez de Dios.

El Rosario es sencillo, en efecto, bien sencillo. Pero de una sencillez sabia y profunda a la que aspiramos y en la cual encontraremos la paz.
(Fr. Timothy Radcliffe, OP)

Agosto 9
Hay muchas cosas que no son indispensables ni urgentes. Cuando todo te parece necesario, se te escapan muchas cosas que el amor del Señor te propone vivir. El secreto es estar siempre abiertos y dispuestos para lo que el Señor nos quiera proponer a través de las personas y los acontecimientos.
Eso se llama “estar disponible”

Te entregas en cuerpo y alma a lo que estás haciendo, pero te mantienes flexible para hacer otra cosa cuando sea necesario. Esa flexibilidad espiritual te ayudará a mantenerte sano. Porque lo que no es flexible fácilmente se rompe.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
 Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.