El pasado y futuro sin Dios, nos roban el presente

“El servicio más grande que pueden hacer a alguien es conducirlo para que conozca a Jesús,
 para que lo escuche y lo siga; porque sólo Jesús 
puede satisfacer la sed de felicidad del corazón humano, para la que hemos sido creados”
(Santa Madre Teresa de Calcuta)

Confiar en la Divina Providencia
Ya nos ha dicho el Señor en el Evangelio que nos preocupemos primero por el Reino de Dios y su justicia, y que todo lo demás se nos dará por añadidura.

Entonces pongamos en primer lugar nuestra santificación, nuestro apostolado, porque lo que más importa en este mundo es la salvación de las almas, en primer lugar la salvación de nuestra propia alma. Eso es justamente buscar el Reino de Dios, buscar la santidad del alma y la salvación de los hermanos.

El Sagrado Corazón de Jesús quiere hacer un pacto con nosotros y nos dice: “Ocúpate de Mí y de mis cosas, que yo me ocuparé de ti y de las tuyas”. Y esto es una gran verdad y solo tenemos que ponerla en práctica para ver los admirables resultados y cómo todos nuestros asuntos se van solucionando de la mejor manera posible, de la manera que Jesús quiere y que siempre es la mejor.

Y cuáles son las cosas de Jesús. Las cosas de Jesús son la salvación de las almas, la gloria de Dios, y el Reino de Dios en la tierra. De estas tres cosas tenemos que ocuparnos cada vez más nosotros y Jesús se ocupará de nuestras cosas, también de lo material, pues Él bien sabe que las necesitamos mientras estamos en este mundo. No busquemos con inquietud los bienes materiales, porque esto hace que perdamos de vista el Cielo y nos atemos a la tierra. Busquemos más bien los bienes celestiales y cómo agradar a Dios, y entonces el Señor nos dará todo lo necesario para vivir, y vivir holgadamente.

Pero aquí hace falta confianza, y es en lo que el Señor quiere que nos ejercitemos, porque Él mismo ha prometido que el que más confíe, tanto más alcanzará de Él.

No seamos interesados y trabajemos por amor a Dios, pero sepamos que el Señor no se deja vencer en generosidad y que nos dará lo necesario y mucho más para nuestro diario vivir y al final del camino iremos a gozar de Él para siempre en el Cielo. 
(Sitio Santísima Virgen)

Noviembre 30
El pasado puede ser una fuerza oscura que vuelve, que nos aprisiona y no nos deja gozar de la vida y del trabajo.
Eso sucede cuando lo miramos sin misericordia con nosotros mismos o cuando no permitimos que Dios nos enseñe algo a través de los fracasos.

Pero el futuro también nos puede quitar la vida. Nos succiona hacia adelante y se lleva todas nuestras fuerzas, porque nos mueve a planificar, a prever, a adelantarnos a todo para que nada nos tome desprevenidos.

Es un futuro sin Dios, sin el proyecto de amor del Padre, sin su presencia, sin su guía. Nos roba el presente.

Deja en las manos de Dios ese futuro, planifica solo lo necesario, y a lo demás atrévete a esperarlo confiado, en los brazos del Señor.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. 

Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.