En tu vida ya no hay espacio

“Nadie puede penetrar el sentido del Evangelio
si no ha descansado como Juan,
en íntimo coloquio, sobre el pecho de Jesús”
(Orígenes)

No abandones la esperanza; la esperanza te da la fuerza para seguir adelante cuando sientas que ya nada te importa.
Nunca dejes de creer en ti; mientras creas que puedes lograrlo, tendrás un motivo para intentarlo.
No dejes que nadie retenga tu felicidad en sus manos; sujétala en las tuyas para que siempre esté cerca de ti.
No esperes que lo que deseas venga a ti; búscalo con toda tu alma, sabiendo que la vida te encontrará a la mitad del camino.
No sientas que has perdido, cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos; cada vez que aprendes algo nuevo sobre ti o sobre la vida, has avanzado.
No hagas que nada ni nadie disminuya tu propio respeto; el estar satisfecho con uno mismo es esencial para estar satisfecho con la vida.
Nunca te olvides de reír, ni dejes que el orgullo te impida llorar; cuando reímos y lloramos es cuando vivimos a plenitud.

Hoy, pensando en la Santísima Virgen María, quiero concentrarme en los pétalos y no en las espinas. Hoy quiero admirar el azul del cielo sin quejarme de las nubes.
Hoy hago un gozoso balance de mis dones y bendigo al Señor por los pocos talentos que me dio y por su amor sin límites.
Hoy tengo tiempo para valorar a mis seres queridos y dar gracias por mi trabajo, mi vida y mi salud.
Destierro el pesimismo y entierro al desaliento porque me abro jubiloso a la experiencia de alabar y agradecer.
En lugar de envidiar me dedico a elogiar, en lugar de destruir me dedico a construir, en lugar de llorar me dedico a reír.
Hoy tengo ojos y corazón para asombrarme con las flores, los árboles, las aves y los peces.
Hoy contemplo el universo con ojos nuevos y aprecio tantas maravillas.
Hoy cambio mis lamentos por bendiciones.
Hoy veo mis problemas como oportunidades y me animo a seguir adelante con la ayuda de Dios y de quienes me aman.
Hoy elijo vivir en lugar de morir.

Noviembre 22
Para seguir vivos, para seguir madurando, para seguir descubriendo la vida, es necesario abrir un lugar en nuestro interior.
Pero si tu tiempo está lleno de obligaciones y planes, y ya no queda un minuto libre para el ocio sereno, entonces en tu vida ya no hay espacio.
Si tu mente está llena de pensamientos y recuerdos que corren y corren, y nunca se calma, entonces en tu mente ya no hay espacio.
Si tu corazón está repleto de temores, de ira, de angustias, y no quieres liberarte de todo eso, entonces allí ya no hay espacio.
Para que la vida siga siendo una novedad que te cautive, tienes que aprender a dejar espacios libres.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.