Entrégate a la vida que el Señor te regala

“Si nuestro apostolado sigue de veras a Dios, será sin duda fecundo, no acabará nunca: 
las vocaciones se multiplicarán.
Las vocaciones nos siguen cuando ven que damos a los hombres la sabiduría de Dios;
 y nos abandonan si no ven esto.
Dar a Dios a los hombres: sea éste nuestro diario anhelo y nuestra oración”
(Beato Santiago Alberione)

La experiencia más triste en la vida de un cristiano es estar bajo el poder del pecado. El pecado en la vida del cristiano tiene tres resultados terribles:
  • TRAE DESHONRA al nombre del Señor Jesucristo. Si tú eres cristiano, representas al Señor Jesús. Cuando cedes al pecado, traes deshonra a Su nombre.
  • TE ROBA tu gozo y tu poder. Mientras que cedas al pecado, Dios no te usará.
  • DESTRUYE tu testimonio cristiano. Otras personas juzgan tu testimonio cristiano, no tanto por lo que dices, sino por la forma en que vives diariamente.
En éste momento de tu vida, estás diciendo una de estas dos cosas a la gente: ¡La vida cristiana es eficaz! o: La vida cristiana no es eficaz En este momento, mediante tu vida, estás diciendo una de estas dos cosas a la gente: ¡La vida cristiana es eficaz! o: La vida cristiana no es eficaz.

La forma en que vives como cristiano no solamente afecta tu vida, sino también las vidas de otras personas. ¿Ves por qué es tan importante que tú seas un cristiano victorioso?

¿Qué es la Vida Victoriosa?
Cuando hablamos de la "vida victoriosa", no nos referimos a una vida sin tentación o una vida de perfección sin pecado. No es posible que una persona tenga tal convenio con el Señor como para poder decir: "Yo no tengo pecado", o "nunca más podré pecar". La Biblia dice:
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8).

Hay unas claras notas de distinción entre el placer y la felicidad:
La felicidad tiene vocación de permanencia; el placer, no. El placer suele ser fugaz; la felicidad es duradera.
El placer afecta a un pequeño sector de nuestra corporalidad, mientras que la felicidad afecta a toda la persona.
El placer se agota en sí mismo y acaba creando una adicción que lleva a que las circunstancias estrechen más aún la propia libertad; la felicidad, no.
Los placeres, por sí solos, no garantizan felicidad alguna; necesitan de un hilo que los una, dándoles un sentido.
Las satisfacciones momentáneas e invertebradas desorganizan la vida, la fragmentan, y acaban por atomizarla.
La felicidad se presenta ante nosotros con leyes propias, con esa terquedad serena con que presenta, una vez y otra, la inquebrantable realidad.
Noviembre 26
Si dedicas mucho tiempo a pensar en los errores ajenos o a comentar las cosas malas de los demás, es inevitable que te irrites.

Cuando dejamos funcionar la lengua y vivimos quejándonos de los demás o criticando, se produce un círculo vicioso, porque estaremos siempre buscando algo negativo para criticar.

No te dejes dominar por esa negatividad nerviosa de tu corazón que está como a la defensiva, siempre atento a lo negativo de los otros. Mejor aflójate, relájate, acepta el mundo como es, dedícate a algo positivo y entrégate a la vida que el Señor te regala.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.

Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.