El infierno

Cuando está oscuro, no vemos lo polvorienta y sucia que está nuestra casa.
Solo cuando el lugar está inundado de luz solar,
nos damos cuenta de su terrible condición.
¡Entonces, necesitamos la luz de la gracia de Dios
para mostrarnos el estado real de nuestra alma
y para inducirnos a limpiar nuestros corazones!
San Antonio de Padua (1195-1231)
Doctor Evangélico de la Iglesia

En todo lo que hagas, recuerda tus últimos días y nunca pecarás. (Ecl 7:36)

La meditación considerada por los maestros de la vida espiritual como la más útil para sacar el alma del pecado, o de un estado de letargo, es la de las últimas cosas, es decir, de lo que nos sucederá en el fin de la vida.
Entre estas últimas cosas, el infierno es la más aterradora.

Sin embargo, si la misericordia de Dios no nos sostuviera, podríamos caer al infierno en cualquier momento.
San Juan Crisóstomo meditaba todos los días sobre el infierno.
Todos los Santos han encontrado en esta meditación, los primeros pasos en el camino a la perfección.
¡Recordad que un solo pecado mortal nos merecería el infierno !

En ese momento, el pecador ya podría haber sido arrojado al abismo de los tormentos.
Imaginemos, que estamos ahí…. y que la bondad y misericordia de Dios nos ha liberado de esas llamas eternas que todo lo devoran. Si esto sucediera, todos los sacrificios que exige la virtud, parecerían tan fáciles y agradables.
¡Cuán dispuestos deberíamos estar para hacer cualquier cosa, antes que regresar a ese abismo de dolor eterno!”

Habrá el gusano de la conciencia que no muere – “Su gusano no muere ” (Mc 9:43).
Esta es la terrible realización de que hemos podido salvarnos a nosotros mismos pero estamos perdidos por toda la eternidad; que Dios nos dio tantas gracias y nos condenamos abusando de ellas.
¡Ahora ya no hay remedio porque la Misericordia de Dios ha sido sucedida de una vez por todas, por Su Justicia!

En segundo lugar,  está el fuego
Este es un fuego real pero completamente diferente del fuego material que conocemos en este mundo que fue creado por Dios para nuestro beneficio y servicio.
El fuego del infierno, por otro lado, fue creado por la Justicia Divina, puramente para castigarnos.
Es un tipo especial de fuego que tortura el cuerpo y el alma ya los ángeles rebeldes, así como a los seres humanos condenados.
Podría llamarse discernidora, en cuanto atormenta más o menos sin piedad, según la gravedad del pecado.
Estas llamas abrazan todo mal y excluyen todo bien.
Son llamas que nunca se apagarán, llamas que queman pero no consumen, llamas sin luz, oscuras y acompañadas del aullido de la eterna desesperación.
¡El solo pensamiento de este horrible calabozo de tormentos debe impulsarnos a comenzar de inmediato, una vida de virtud y perfección cristiana!
Antonio Cardenal Bacci

Oh Dios, Tú que por la guía de una estrella este día revelaste a Tu Hijo Unigénito a los gentiles, concédenos misericordiosamente que nosotros, que Te conocemos ahora por la fe, podamos llegar a contemplarte en la gloria.
Por el mismo Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Oh, queridísimo niño,
de san Alfonso de Ligorio (1696-1787), el doctor más celoso

Oh queridísimo Niño, dime a qué viniste a la tierra. Dime a quién buscas.
Ah, sí, ahora comprendo...
Has venido a morir por mí, oveja descarriada, para que ya no me esconda de Ti sino que te ame.
Oh Jesús, mi tesoro, mi vida, mi amor, mi todo, si no te amo, ¿a quién amaré?
¿Dónde puedo encontrar una madre o un padre, un amigo o un cónyuge más amoroso que Tú?
¿Y quién me ha amado más que tú? Me arrepiento de haber vivido tantos años en este mundo y todavía amarte tan poco, aun habiéndote ofendido y algunas veces olvidado de Ti.
Amén