"Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu,
que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!
San Bernardo
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
Junio 25
El cristiano del gran mundo aprecia mucho los honores, las riquezas, las vanidades, las
comodidades y todo lo que puede ofrecer este vilísimo mundo.
Oh, necio, recapacita, recuerda que por el bautismo has renunciado al mundo, que estás muerto para él. El Espíritu Santo que habla por boca de san Pablo te lo dice: «... Estáis muertos para el mundo, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios».
Acuérdate, oh, necio, que no siempre la vida de quien vive con el espíritu de Jesús permanecerá escondida y desconocida. Acuérdate de lo que está por venir en el día del Señor: «Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él».
«Queridos –escribía el apóstol predilecto san Juan confortando a los fieles–, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es».
La certeza de gloria tan desmesurada, oh, insensato, ¿no te basta para hacerte entrar en ti mismo y hacerte sentar la cabeza para el resto de tus días, de acuerdo a tu vocación?
(16 de noviembre de 1914, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 226)
Oh, necio, recapacita, recuerda que por el bautismo has renunciado al mundo, que estás muerto para él. El Espíritu Santo que habla por boca de san Pablo te lo dice: «... Estáis muertos para el mundo, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios».
Acuérdate, oh, necio, que no siempre la vida de quien vive con el espíritu de Jesús permanecerá escondida y desconocida. Acuérdate de lo que está por venir en el día del Señor: «Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él».
«Queridos –escribía el apóstol predilecto san Juan confortando a los fieles–, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es».
La certeza de gloria tan desmesurada, oh, insensato, ¿no te basta para hacerte entrar en ti mismo y hacerte sentar la cabeza para el resto de tus días, de acuerdo a tu vocación?
(16 de noviembre de 1914, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 226)