La santidad no consiste en tal o cual práctica, sino en una disposición del corazón (del alma) que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra nonada y confiados hasta la audacia en la bondad del Padre
Santa Teresa de Lisieux
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
Octubre 28
Antes me asustaba mucho que los demás supieran lo que el Señor obra en mí; pero, desde hace algún tiempo, ya no siento esta confusión, porque veo que, no por recibir estos dones, yo soy mejor; incluso me veo peor y que saco poco provecho de todas estas gracias.
Tal es el concepto que tengo de mí mismo que no creo que puedan existir otros peores que yo; y cuando veo en otros ciertas cosas que parecen ser pecado, no puedo convencerme de que hayan ofendido a Dios, aunque yo vea con claridad que es así.
Sólo me preocupa el mal colectivo, que con frecuencia me hace sufrir muchísimo.
Esto es lo que de ordinario experimenta mi alma; pero algunas veces, aunque raramente, me sucede que, por distintos espacios de tiempo e incluso durante días, me veo privado de estos favores; y, de tal forma se borran de mi mente, que no logro recordar, como realizado en mí, ni el más pequeño bien.
Sólo me preocupa el mal colectivo, que con frecuencia me hace sufrir muchísimo.
Esto es lo que de ordinario experimenta mi alma; pero algunas veces, aunque raramente, me sucede que, por distintos espacios de tiempo e incluso durante días, me veo privado de estos favores; y, de tal forma se borran de mi mente, que no logro recordar, como realizado en mí, ni el más pequeño bien.