"El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos. "
-San Francisco de Sales.
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
Noviembre 24
¿Qué grande, mi querida Raffaelina, será el consuelo cuando, en el momento de la muerte, tu alma vea a este ángel tan bueno, que te acompañó a lo largo de la vida y que fue tan generoso de cuidados maternos?
¡Oh!, ¡que este dulce pensamiento te haga y te
vuelva cada vez más aficionada a la cruz de Jesús, ya que es precisamente esto lo que
quiere ese buen ángel!
El deseo de ver a este inseparable compañero de toda la vida
encienda también en ti aquella caridad que te empuje a desear salir pronto de este
cuerpo.
¡Oh, santo y saludable pensamiento el de querer ver a nuestro buen ángel! Lo es también el que debería hacernos salir antes de tiempo de esta cárcel tenebrosa en la que estamos desterrados. Raffaelina, ¿adónde me vuela ahora el pensamiento?
¡Cuántas veces, ay de mí, he hecho llorar a este buen ángel!
¡Cuántas veces he vivido sin miedo alguno a ofender la pureza de su mirada!
¡Oh!, ¡es tan delicado, tan sensible! Dios mío, ¡cuántas veces he correspondido a los generosos cuidados más que maternos de este ángel sin señal alguna de respeto, de afecto, de reconocimiento!
(20 de abril de 1915, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 403)
¡Oh, santo y saludable pensamiento el de querer ver a nuestro buen ángel! Lo es también el que debería hacernos salir antes de tiempo de esta cárcel tenebrosa en la que estamos desterrados. Raffaelina, ¿adónde me vuela ahora el pensamiento?
¡Cuántas veces, ay de mí, he hecho llorar a este buen ángel!
¡Cuántas veces he vivido sin miedo alguno a ofender la pureza de su mirada!
¡Oh!, ¡es tan delicado, tan sensible! Dios mío, ¡cuántas veces he correspondido a los generosos cuidados más que maternos de este ángel sin señal alguna de respeto, de afecto, de reconocimiento!
(20 de abril de 1915, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 403)