Qué es lo que transmites con tu presencia

“No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual,
sino gente que no reza y gente que sí sabe rezar”
(San Alfonso María de Ligorio)

Cerca de tu casa, en tu trabajo o lugar de estudio, en tu villa de descanso o vacaciones, o dondequiera que te halles, pueden existir personas a tu alrededor que estén necesitadas de alguien amable, de un gesto amistoso o de un poco de cariño, de unas palabras de ánimo o de consuelo o de una ayuda material.
Acércate generosamente a alguna persona necesitada y comparte con ella unos pocos minutos de tu grandeza espiritual.
Hoy sé generoso con tu prójimo. Mañana lo serán contigo

En paz
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas.

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
(Amado Nervo)

Agosto 1
Si en un lugar hay un grupo de personas irritadas, nerviosas, negativas, eso se percibe aunque no hablen. Entras a ese lugar y tu piel capta la negatividad. Pero cuando en un lugar se hace presente una persona positiva, esperanzada, amable, eso también se percibe y hace bien.

Sería bueno que te preguntaras qué es lo que transmites con tu presencia, qué infundes en los demás cuando están contigo.

Si adviertes que te estás convirtiendo en una fuente de malos sentimientos para los demás, pídele al Señor que te ilumine, que te transforme, que te sane. Ora con fe y deja que él derrame su luz a través de ti.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti.

Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.