Tu propia vida también es un misterio

“El querer conciliar la fe con el espíritu moderno conduce mucho más allá de lo que se piensa: 
no sólo al debilitamiento, sino a la pérdida total de la fe”
 “Lo que está mal, está mal aunque lo haga todo el mundo. 
Lo que está bien, está bien aunque no lo haga nadie”
“Si quieren que la paz reine en su familia y en su Patria, 
recen todos los días el Rosario con todos los suyos”
San Pio X

Jesús no apuntaba tanto hacia la cantidad cuanto a la calidad de los llamados. ¿Qué hay que hacer para alcanzar la salvación? Su mensaje es un mensaje universal (no para un grupo determinado) y es excluyente para aquellos que practiquen la injusticia. ¿Nos preocupa la salvación? ¿Nos preocupa a los cristianos contemporáneos saber si nos salvaremos o no?

¿Serán pocos o muchos los que se salven? En el mundo existen cientos de miles de personas que coinciden con los esquemas y las líneas trazadas por Jesús para el establecimiento de su reino. Pero, de igual manera, también hay otras tantas personas que intentan silenciar lo genuino del evangelio (el amor que Dios nos tiene) a costa de potenciar simplemente y funcionar con unos parámetros de valores éticos o humanos.

¿Serán muchos o pocos los que se salven? Tal vez, hoy y aquí, es el momento de clarificar conceptos. El hombre no se salva por sus obras ni Dios es tan bueno como para llegar a ser “tonto”. La cuestión es saber si en el centro de todo lo que hacemos, decimos, pensamos y construimos, vamos poniendo a Dios o nos vamos pregonando a nosotros mismos.
(Javier Leoz)


Agosto 21
Algunos quieren entender su propia vida con los esfuerzos de su cerebro, pensando y pensando. Es imposible, porque tu propia vida también es un misterio, es algo que no podrás entender tú solo.
No te has creado a ti mismo, no has sido tú el que pensó tu vida. Hay un Dios que te llamó a la existencia con un proyecto, y nunca lo entenderás si no le pides ayuda. No verás claro tu camino solo usando tu razón.
Para comprender el proyecto que Dios tiene para ti necesitas dejar que tu vida y tu historia queden penetradas por la luz de Dios. Así podrás mirar con los ojos del corazón y reconocerás un plan que te supera.
(Mons. Víctor M. Fernández)



Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.