La melancolía es dañina

“Al abrir el Santo Evangelio, piensa que lo que allí se narra -obras y dichos de Cristo- no sólo has de saberlo, sino que has de vivirlo. Todo, cada punto relatado, se ha recogido, detalle a detalle, para que lo encarnes en las circunstancias concretas de tu existencia”.
(San Josemaría)

Las frases de Jesús que reproduce el evangelio de hoy muestran que su seguimiento es muy exigente. Una lectura atenta del texto nos permite descubrir que el discípulo debe cumplir tres condiciones. Veamos el alcance de cada una de ellas.

La primera condición es la opción radical por él: “Si uno quiere venir conmigo y no me prefiere a su padre y a su madre, no puede ser discípulo mío”: La opción por Jesús es el único absoluto que reconoce el discípulo. Los demás seres humanos, por importantes que sean, están subordinados a este valor central. Esto no significa que Jesús ponga como condición abandonar a nuestros seres queridos. Sería monstruoso. Lo que nos pide es que los valoremos desde él, en quien adquieren su verdadera dimensión y sentido.

La segunda condición es cargar con la cruz:Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío”: Debemos utilizar con mucha precisión este lenguaje sobre la cruz para no proyectar la imagen de un Cristianismo para un puñado de masoquistas que buscan el sufrimiento como si fuera un valor. Cargar con la cruz, además de aceptar con paz interior los sufrimientos que vamos encontrando a lo largo de la vida, es estar dispuestos a afrontar todas las incomprensiones y críticas que se levantan contra la propuesta de Jesús. La sociedad prefiere oír otro tipo de anuncios. La palabra profética de la Iglesia genera reacciones negativas en aquellos que se sienten amenazados en sus intereses.

La tercera condición es renunciar a la riqueza:El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”: Estas palabras son muy duras para la sociedad de consumo, que ha construido su propuesta de felicidad alrededor del poseer. Esta condición que se le pone al discípulo no significa un juicio negativo sobre los bienes materiales. Recordemos que todo lo que ha sido creado por Dios es santo y bueno. El punto problemático está en el uso que hagamos de ellos. Por eso el sabio oriental nos invita a caminar por la vida “ligeros de equipaje”. Tenemos que simplificar nuestro estilo de vida, pues nos apegamos a muchas tonterías y sufrimos cuando las perdemos.

La invitación que Jesús hace a sus discípulos nos desacomoda en nuestro estilo de vida. Él debe ser nuestra prioridad y todas las demás realidades, incluidos los seres queridos, deben subordinarse ya que Jesucristo es el único valor absoluto.
(Padre Jorge Humberto Peláez SJ)
Septiembre 4
La melancolía es dañina, porque absorbe nuestras energías y debilita nuestra alegría, nos ata al pasado y nos entierra antes de tiempo.
No la alimentes, no dediques tiempo a esos recuerdos almibarados que te dejan más triste. Tampoco hables demasiado de esos recuerdos como si la vida no tuviera ya nada que ofrecerte. Mientras Dios te regale un día más de vida, él te llama a vivir este momento y a sacar lo mejor de ese instante. Él siempre tiene algo nuevo para ofrecerte.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.