La verdadera libertad

“La paciencia consiste en tolerar todos los males ajenos con ánimo tranquilo,
y en no tener resentimiento con el que nos los causa“
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“Cuando reconoce uno su propia ignorancia, lleva con más paciencia las molestias que le causa el prójimo.”
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“No te preocupes por lo que tienes, sino por lo que eres”
(SAN GREGORIO MAGNO)

La verdadera libertad

Hay quien piensa que eres más libre de joven, cuando tienes menos preocupaciones, menos responsabilidades.
Cuando aún disfrutas del equilibrio entre el niño que ya no lo es, y va ganando autonomía, y el adulto que aún no ha llegado, por lo que te puedes refugiar en que aún estás decidiendo, eligiendo, creciendo y formándote.
Después empiezan a llegar las decisiones concretas. Los compromisos, que a veces tocará vivir como alianza y otras veces como atadura. El tiempo empieza a estrecharse, y los años, que antes te parecían eternos, vuelan.
Quizás en ese momento pasas por un tiempo en el que añoras, y hasta envidias, cuando la ves en otros, esa otra libertad liviana y despreocupada.
Pero la verdadera libertad está aún adelante. Se va conquistando a lo largo de la vida.
Es ir aceptando y venciendo en las luchas que toca afrontar: con Dios, contigo mismo, con los otros.
Es aprender a bailar con las limitaciones (propias y ajenas), sin drama ni indiferencia.
Es ir despojando de capas innecesarias la vida. Aprendiendo a ver la belleza sin quedar cegado por brillos efímeros.
Es valorar lo que tienes, con la perspectiva de un mundo donde tantas necesidades hay. Y aprender a compartirlo.
Es encontrar tu misión. Y volcarte en ella.
Quizás, hasta la última hora, nunca seremos enteramente libres. Pero estamos en camino.
(José María Rodríguez Olaizola, S.J. )

Si todos los esfuerzos de tu vida los diriges a la meta de TENER, comprendo que el saber que morirás te desespere, porque es cierto que al morir dejarás todo lo que tienes.
Pero sí inviertes el tiempo de tu vida a la meta de SER más y mejor tú mismo, creciendo en el Amor, que es la medida de tu madurez, aunque el morir te traiga el dolor de la despedida, podrás partir sereno y esperanzado hacia la otra orilla.
(Rene Trossero)

Septiembre 3
Quizás a veces descargues tu ira con personas que amas, les haces daño con palabras y actitudes. Muestras una máscara en la calle y te descargas en la intimidad. Está bien que expreses lo que sientes para que puedan ayudarte, pero no descargar en ellos tus nerviosismos. Eso no te ayudará. Sólo te volverás más irritable. Por eso la Palabra de Dios aconseja: Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos… (Ef 4,31).
Pon un límite a tus arrebatos, y no renuncies a las virtudes que siguen siendo buenas y bellas, recomendadas en la Palabra de Dios, como la humildad, la mansedumbre y la paciencia (Ef 4,2).
(Mons. Víctor M. Fernández)
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.