Las tormentas son benéficas para el crecimiento

Un árbol no da la espalda a nadie.
Aunque des vuelta a su alrededor,
siempre da la cara.
Los verdaderos amigos también.

Una esperanzadora reflexión del santo Cardenal John Henry Newman (canonizado hace tres años por el Papa Francisco): «Sólo sé una única cosa: que según sea nuestra necesidad, así será nuestra fuerza.
Estoy seguro de una cosa, que cuanto más se enfurezca el enemigo contra nosotros, mucho más intercederán los santos en el cielo por nosotros; cuanto más terribles sean nuestras pruebas por parte del mundo, más presentes nos serán nuestra Madre María, nuestros buenos Patrones y Ángeles de la Guarda; cuanto más malévolas sean las estratagemas de los hombres contra nosotros, un grito de súplica más fuerte se elevará desde el seno de la Iglesia entera hacia Dios por nosotros.
 No nos quedaremos huérfanos, tendremos dentro de nosotros la fuerza del Paráclito, prometida a la Iglesia y a cada uno de sus miembros».

Las tormentas son un buen símbolo para nuestras crisis, angustias y fracasos. Son inevitables. Lo bueno es encontrar en  ellas el lado positivo, porque muy expresivamente escribió Luis Veuillot: “hay bendiciones de Dios que entran en casa rompiendo los cristales”.

Un campesino pidió a Dios le permitiera ordenar el clima para que —según él— le rindiera mejor su cosecha. ¡Dios se lo concedió! Entonces, si el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; si pedía sol, éste brillaba; si necesitaba más agua, llovía más; etc. Sin embargo, al llegar la cosecha, se sorprendió mucho porque resultó un fracaso.

Desconcertado preguntó a Dios por qué salió así la cosa, si él había puesto los climas más adecuados. Pero Dios le contestó: "tú pediste lo que quisiste, pero no lo que de verdad convenía. Nunca pediste tormentas, y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consumen y purificarla de plagas que la destruyen".
Sepamos encontrar el lado positivo aun en las tormentas por las que tengamos que pasar en la vida

Septiembre 2
¿Has cometido un error? ¿Te has dejado llevar por una debilidad? Si es así, acéptalo, pide perdón y trata de reparar el mal que has hecho. Pero siempre sigue adelante. Dios no te quiere caído.

Tu Creador te ama, y no espera que te dejes sepultar por el desprecio de los demás.
Sigue caminando, sigue luchando, sigue soñando. No dejes de tener ilusiones y proyectos.
Tienes derecho, simplemente porque Dios te ama.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.