A Jesús por María


Hay tres ocasiones en las que no debemos
decir algo importante a una persona:
cuando está cansada…
cuando está enojada…
y cuando acaba de cometer un error

El papa san Juan XXIII (1881-1963) había prometido, cuando era arzobispo de Venecia (Italia), recitar todos los días los quince misterios del Rosario. Su espiritualidad estuvo marcada por un intenso amor a la Eucaristía y una veneración filial de la Santísima Virgen. 
Su lema fue “A Jesús por María”. Después de haber convocado el Concilio Vaticano II, el Papa fue a Loreto y a Asís para pedir la intercesión de María y san Francisco en favor del Concilio, cuya primera sesión fijó entre la Maternidad de María y su Inmaculada Concepción.

Papa de 1958 a 1963, san Juan XXIII publicó no menos de 501 documentos total o parcialmente de contenido mariano. En su mensaje transmitido el 27 de marzo de 1960, declara: “La devoción a la Santísima Virgen María no nos conduce a otra cosa que a hacer que nuestra fe sea más sólida, más diligente y más efectiva; nuestra caridad más ardiente y nuestro compromiso cristiano más vivo y fructífero”.

En ocasiones, se nos presentan problemas en la vida que requieren una respuesta inmediata, instantánea, por nuestra parte para tratar de solucionarlo. Me refiero a un problema repentino que pueda surgir en el trabajo, en el hogar, en la familia, en el ámbito social, etc. 

En esos casos, como no tenemos tiempo de rezarle al Señor una larga oración, te sugiero que reces una jaculatoria muy rápida como por ejemplo "Padre, ayúdame" o "Espíritu Santo, ilumíname". Verás tú mismo el resultado positivo.

Octubre 3
Cuando uno se obsesiona por ser el centro del mundo, los demás se resisten a eso. No quieren girar a tu alrededor. No les interesa adorarte. No desean ser poseídos por ti.

Por eso, si dejas crecer tu orgullo y tu egocentrismo, no te asombre que algunos quieran escapar de ti. Si quieres tener relaciones sanas y buenos amigo, deja a los demás en libertad.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.