Amar no es anularse

-Errar es humano; preservar en los errores es diabólico.
-San Agustín.

Si te dices filósofo, no me hables de filosofía; muéstrame tu amor a la verdad.
Si te dices teólogo, no me hables de teología; muéstrame qué significa Dios en tu vida.
Si te dices pensador, no me hables de lo que pensaron los pensadores; muéstrame qué piensas tú.
Si te dices político, no me hables de política; muéstrame qué haces por el bien de todos.
Si te dices bueno, no me hables de la bondad; muéstrame cómo amas.
Si te dices creyente, no me hables de tu credo o de tu religión; muéstrame tu modo de vivir.

¿Quién dijo que para establecer una relación afectiva uno debe encarcelarse?
¿De dónde surge esa ridícula idea de que el amor implica estancamiento?
¿Por qué algunas personas al enamorarse pierden sus intereses vitales?
¿Realmente el vínculo afectivo requiere de estos sacrificios?
Los preceptos sociales han hecho desastres. Amar no es anularse, sino crecer de a dos.
Un crecimiento donde las individualidades, lejos de opacarse, se destacan.
Querer a alguien no significa perder sensibilidad y volverse una marmota sin más intereses que lo mundano... Es más bien entregarse, complementarse, abrir nuevas expectativas para la vida de ambos y transitar juntos la vida con alegría.

Noviembre 15
¿A veces sientes que tu pasado es una mancha que no se puede borrar? Piensa que a nadie le interesa quién era San Pablo antes de su conversión.
Nadie recuerda quién era Teresa de Calcuta antes de dar su vida por los pobres. Nadie le reprocha a San Francisco de Asís la vida que llevaba antes de entregarse completamente al Señor. 
Entonces, pregúntate si tus próximos años no podrán ser lo más hermoso que le dejes a este mundo.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.

Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.