No renuncies a ser tú mismo

“La mano de Dios
está sobre ti... para bendecirte,
debajo de ti... para sostenerte,
detrás de ti... para protegerte,
delante de ti... para guiarte,
y a tu lado... para siempre apoyarte”

Debe ser la edad, pero a veces creo que soy una de las personas más afortunadas, realmente bendecido por Dios.
Hace algunos años, yo pensaba que ser una persona privilegiada era el poder tener una hermosa casa, un coche caro, mucho dinero o cosas similares. Y es posible que así sea para algunos. El concepto de privilegio forma un abanico de grandes posibilidades.

Me pueden tachar de conformista, pero he visto muchas cosas, y si puedo leer un libro tranquilamente en mi casa, con luz eléctrica, en una cómoda silla y puedo levantarme a beber agua cuando desee, posiblemente y aunque no lo sepa, sea una de las personas más envidiadas de este planeta.
Como San Francisco de Asís lo decía hace 900 años, hoy yo podría decir también que 'necesito muy pocas cosas, y esas pocas cosas las necesito poco'.

Sí; podrán decir que soy conformista, pero yo creo que soy un privilegiado con fuerzas para luchar por aquello que merece la pena. 
Hoy, lo que más quiero para mi vida, es estar cerca de Dios, encaminar mis pasos hacia Jesús, sentirme iluminado por el Espíritu Santo, contar con la compañía protectora de la Santísima Virgen María. 
Y si, además de todo eso, puedo llevar a mis hermanos la alegría del Evangelio a través de internet, mi alegría es completa.
Pequeñas semillitas

Noviembre 3
Está bien renunciar a algunas cosas para hacer felices a los demás, con tal que no renuncies a ser tú mismo, con tal que no llegues a olvidar quién eres en realidad. Porque Dios no creó un personaje, te creó a ti, y espera que seas tú mismo. 
Solo siendo tú mismo le dejarás a este mundo algo que nadie más podrá darle. Los demás no solo necesitan tus favores. También te necesitan a ti, necesitan eso tan personal que solo tú puedes entregar.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.