La gran paz es la suma de pequeñas porciones de paz

“Al fin, la gran Paz del mundo sólo se construirá con la suma de muchos millones de pequeñas porciones de paz en la vida de cada uno (…)
Las únicas armas verdaderas contra la guerra son la sonrisa y el perdón, que juntos producen la ternura”.
(José Luis Martín Descalzo)

Una vez que San Juan Pablo II estaba de tertulia con un grupo de niños, haciéndole preguntas, uno de ellos le preguntó:
¿Qué piensas cuando apoyas la cabeza en la Cruz?

El Papa se sonrió y le dijo:
Siempre que me apoyo sobre la Cruz, que lo hago muchas veces, le digo: “Que muera Wojtyla y viva Cristo”.

Una forma de estar vigilantes, como nos pide el Evangelio, es imitar al Papa en esta petición, que muramos al hombre viejo y viva en nosotros Cristo mismo. Así podremos ser testigos y misioneros del Evangelio.
Hazte muchas veces al día esta pregunta: “¿Cómo actuaría Cristo aquí? ¿Ahora? ¿Actuaría así?

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Veamos algunas definiciones:
- ALEGRÍA: expresión del alma que brota en el cuerpo, para comunicar al mundo que nos sentimos felices.
- DECISIÓN: elegir un camino o una opción inmediata. Puede ser correcta o equivocada, pero comprensible si va asistida por la razón.
- ENTUSIASMO: adhesión fervorosa que impulsa a favorecer una causa o empeño.
- BUEN HUMOR: jovialidad, agudeza, espontaneidad y ganas de reírse hasta de uno mismo.
- OPTIMISMO: disposición para ver y juzgar las cosas en sus aspectos más positivos y favorables.
- RECONCILIACIÓN: buen ánimo que alienta a conciliar, a dialogar y superar los malos entendidos, en los que podemos caer.
Que Dios nos bendiga, nos guarde con bien, y estas semillitas nos ayuden a ver la vida con los ojos del alma.

Diciembre 16
La resistencia interior envenena las relaciones humanas.
Porque si hay una persona que no nos gusta, tratamos de escapar, nos resistimos a estar en su presencia. Nos desagrada su aspecto, su voz, su olor, su forma de pensar, y no queremos estar cerca.

El problema es cuando son muchas las personas que nos molestan, y entonces vivimos escapando, se produce una especie de odio social. No se puede vivir de esa manera.

Convéncete en tu interior de que resistirse a la presencia de los demás es como un veneno que se va comiendo tu felicidad.
Serénate en la presencia del Señor, pídele que eche afuera esa violencia, y vuelve a optar por la vida en común, por la fraternidad, por la civilización del amor.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.

Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.