Vivir por amor

"Como las abejas que sin titubear atraviesan una y otra vez las amplias extensiones de los campos 
para alcanzar el bancal preferido y después, fatigadas pero satisfechas y cargadas de polen 
vuelven al panal para llevar a cabo allí, en una acción fecunda y silenciosa, 
sabia transformación del néctar de las flores en néctar de vida; 
así vosotros, después de haberla acogido, guardad bien cerrada en vuestro corazón la Palabra de Dios"
Padre Pio

El Evangelio de hoy invita al arrepentimiento. El tema es hoy de mucha actualidad, pues como dijo el Papa Pío XII, hoy se ha perdido el sentido del pecado.

Es que hoy a la gente no le importa si una cosa es pecado o deja de serlo. Todo es normal. Todo vale. Lo hace todo el mundo. Es lo que el papa Benedicto XVI definió con su gran sabiduría como “la dictadura del relativismo”.

El bien y el mal son valores objetivos, sean frecuentes o no. La santidad es más escasa que el pecado, y no por eso vamos a decir que el pecado es mejor que la santidad.

Lo único que preocupa a la gente son las consecuencias terrenas del pecado. Si no se aprueba el libertinaje sexual es por miedo al SIDA, no porque sea pecado. Y lo mismo pasa al ladrón: teme la cárcel más que el pecado.

En este tiempo de Adviento, Dios espera mi arrepentimiento. Y quiere que sea por amor (contrición), no sólo por miedo al infierno (atrición).

Préstame, Madre, tus pensamientos,
e ilumina mi mente con la luz de tu sabiduría.

Préstame, Madre, tus ojos, para con ellos mirar;
si con ellos miro nunca volveré a pecar.

Préstame, Madre, tu lengua, para poder comulgar;
pues es tu lengua materna de amor y santidad.

Préstame, Madre, tu corazón, para poder perdonar
y cambiar mi corazón de roca por uno celestial.

Préstame, Madre, tus manos, para poder trabajar;
si con ellos trabajo, rendirá una y mil veces más.

Préstame, Madre, tu manto, para esconder mi maldad;
pues cubierto con tu manto al cielo he de llegar.

Préstame Madre a tu Hijo, para poderle yo amar,
y esa será mi dicha para toda la eternidad.
Amén.

Diciembre 4
No te desgastes tanto analizando las cosas.
Gasta tu tiempo “viviendo” las cosas, penetrando en lo que vivas, aprovechando cada experiencia.

Pero no lo podrás hacer si te llenas de negatividades.
Libera tu mente constantemente de toda experiencia desagradable, de todo pensamiento destructivo, de toda idea que te paralice.

No dejes que se acumulen dentro las frustraciones, sentimientos de inferioridad, tristezas, apegos.vv Observa esas cosas y expúlsalas, como si volvieras a nacer cada día.
Y si no se van, déjalas que estén allí, como si fueran sombras o pequeñas nubes, pero no permitas que te dominen.
(Mons. Víctor M. Fernández)

Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti.

Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.