Julio 14
Te desvives por ser liberada de los enemigos que te rodean, porque todos ellos, como
enviados de Satanás, intentan hacerte prevaricar; la angustia que todavía sientes por verte continuamente rodeada de ocasiones de ofender a Dios, yo te declaro que todo eso es efecto de la gracia divina que el piadosísimo Señor ha derramado abundantemente en tu corazón.
Todo esto es señal segura de que la caridad que el Espíritu Santo ha infundido en tu espíritu no está muerta, sino vigilante. Semejantes anhelos, con la humildad que brota de la baja estima de uno mismo, no pueden encerrar en modo alguno un engaño diabólico, porque el desear ser liberada de los enemigos que intentan hacernos prevaricar y ofender a Dios, el suspirar por verte libre de las ocasiones que ponen en dura prueba tu fidelidad excluye absolutamente las artes del enemigo, que no puede ni sabe engendrar tales sentimientos.
(28 de julio de 1914, a
Raffaelina Cerase, Ep. II, 138)