Ama hasta que duela, si te duele es buena señal.
-Madre Teresa de Calcuta
El dolor y el sufrimiento son parte de la vida, pero en ocasiones, sufrimos innecesariamente. Generalmente utilizamos dolor y sufrimiento como sinónimos. Sin embargo, para poder manejarlos adecuadamente, es importante entender la diferencia.
El dolor emocional, es el sentimiento negativo que surge ante determinadas situaciones o problemas, generalmente relacionadas con una pérdida o con un problema que nos afecta de manera importante. Surge en el instante en que somos heridos física o emocionalmente. Es una sola emoción, su duración es relativamente corta y es proporcional al evento que la produjo. Puede ser cualquier emoción que nos afecte: tristeza por una pérdida, estrés ante la necesidad de enfrentar un problema, enojo, frustración, etc.
El sufrimiento va un paso más allá. El sufrimiento es la respuesta cognitivo-emocional, que tenemos ante un dolor físico o ante una situación dolorosa. Es un conjunto de emociones y pensamientos que se entrelazan, adquiriendo mucho más intensidad y duración que el dolor emocional.
De hecho, el sufrimiento puede durar indefinidamente, aunque la situación que lo provocó ya se haya solucionado.
El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.
Suele suceder que la soberbia se esconde bajo las galas de la bondad. Así, para muchos, cuantas más cosas buenas hacen, más engreídos están y más juzgan a los demás porque les consideran peores que ellos.
El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.
Suele suceder que la soberbia se esconde bajo las galas de la bondad. Así, para muchos, cuantas más cosas buenas hacen, más engreídos están y más juzgan a los demás porque les consideran peores que ellos.
Es una falta grave de humildad y, sin humildad, no hay santidad.
De hecho, hay personas que parecen buenas y que incluso hacen muchas cosas buenas, a pesar de lo cual no son santas, porque están llenas de vanidad y de soberbia.
En el fondo, se consideran a sí mismas superiores a los otros y cuando algo les perjudica o cuando creen que no se les ha hecho el caso debido, enseguida se enfadan y hasta se alejan de Dios.
Que nuestro propósito hoy sea hacer un buen examen de conciencia, confesarnos y pedir perdón a Dios. Darle gracias al Señor por hacer algo bien y no juzgar a los que no lo hacen.
Noviembre 8
Un creyente, lleno de fe, no debería ser un bicho raro, una criatura extraña.
Es uno más de la sociedad, un amigo de todos, alguien comprometido con su trabajo y preocupado por el bien común.
Pero vive todo eso impulsado e iluminado por la fe que sostiene su vida. Un creyente no es una persona aislada del mundo o indiferente ante las cosas que pasan.
Al contrario, la fe te llama a entrar en el corazón de la sociedad, como lo hizo Jesús. Entonces no escapes al mundo, si no quieres que tu fe se enferme.
(Mons. Víctor M. Fernández)
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.
Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.