¡No hay posada para el Niño!

Procura no ofender, porque cuesta mucho pedir perdón
Juan Cancio de Kety

Hoy, como ayer, Jesús busca posada. Hoy, como ayer, se le niega. ¡No hay posada para el Niño!
Estamos henchidos y apretados de paganía, de egoísmo y de maldad. Cerradas las puertas para Él. ¡No cabe! ¡No hay posada!
¡Ah, pero el Niño ha de nacer! El Niño tiene que nacer entre nosotros, como en Belén, a pesar de los moradores colmados y sin entrañas. ¡El Niño nace siempre, triunfador en su inerme sonrisa, a despecho de las puertas cerradas a piedra y lodo!
(Alfonso Junco)

Jesús... ¡Sigue modelándome!
He cambiado mucho en la vida. Desde que era pequeño hasta hoy. He conocido gentes, he compartido historias, he tenido aciertos y algún que otro descalabro. Y ahora soy consciente de que cuando te he dejado acunarme o sacudirme, cuando he dejado que tu palabra llegue hasta mis entrañas, entonces Tú me has cambiado. Pero soy lento, y a menudo sordo o perezoso para Ti. 

Me atasco en mil dinámicas que no me dejan vivir a tu manera. Me veo débil, a veces necio… Menos mal que sé que Tú no te cansas de modelarme, que me vas transformando con manos firmes. Tú sabes a dónde me quieres llevar.

Y al tiempo soy consciente de que vas tocando otras vidas, otras historias, otras gentes. Y en ocasiones me reconozco en otros rostros, y me siento cercano a otras vidas, porque sé que detrás de todos estás Tú, uniéndonos, trabajando en cada ser humano, sin rendirte con nadie, porque crees en todos. Tú trabajas en aquellos a quienes quiero, y también en aquellos que me hacen sufrir. En los cercanos y los lejanos, en las víctimas y los verdugos. Tú trabajas incansablemente, siembras en cada uno de nosotros la semilla de tu amor.

Ayúdame a mirar el mundo siendo consciente de que Tú lates en él, y de que, imperceptiblemente, vas poniendo luz en cada vida. Amén.

Diciembre 23
Es verdaderamente posible perdonar, y es lo mejor para nosotros, para nuestro bienestar y para nuestra maduración. Pero para perdonar de verdad, lo primero es aceptar de corazón el ideal del amor fraterno. Nadie puede perdonar si no lleva en su interior el sueño de amar más allá de todo.

Nadie puede disculpar un daño que le causaron si no cree que la venganza es algo malo y superficial. Nadie puede reaccionar sin odio si no se ha convencido de que es mucho más bello, como decía san Francisco de Asís, “que donde haya odio ponga yo el amor, que donde haya ofensa yo ponga el perdón”.
(Mons. Víctor M. Fernández)


Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia.

Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.