«La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia,
es indudable que no puede establecerse ni consolidarse
si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios.
Una sociedad que se apoye sólo en la razón de la fuerza ha de calificarse de inhumana»
San Juan XXIII
Ese gran santo, con justicia llamado apóstol de la caridad, que fue San Vicente de Paúl, decía lo siguiente: "Vuestro primer pensamiento (del día) tiene que ser para Dios; dadle gracias por haberos preservado por la noche, mirad brevemente si le habéis ofendido, dadle gracias o pedidle perdón, ofrecedle todos vuestros pensamientos, los movimientos de vuestro corazón, vuestras palabras y obras; prometed no hacer nada que le disguste y todo lo que hagáis durante el día sacará su fuerza de esta primera ofrenda hecha a Dios".
Es una excelente manera de iniciar nuestra jornada y siempre tratando de encontrar el rostro de Jesús en cada persona necesitada que encontremos en nuestro camino. Un día, Dios nos habrá de recompensar.
Decálogo de la serenidad
San Juan XXIII, un Papa visionario que lanzó a la Iglesia a la aventura del Concilio Vaticano II, dejó a los jóvenes algunos consejos prácticos para vivir con intensidad:
1. Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.
2. Solo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto; seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o castigar a nadie, sino a mí mismo.
3. Solo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creado para encontrar la felicidad, no solo en el otro mundo sino en éste también.
4. Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a todos mis caprichos y deseos.
5. Solo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6. Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Solo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiere ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8. Solo por hoy me haré un programa detallado para llenar mi día. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Solo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias me demuestren lo contrario, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
10. Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
Este decálogo de la serenidad, cuyo autor es San Juan XXIII, se le conoce también con el nombre de decálogo de la cotidianeidad.
Octubre 11
En la Biblia, Dios dice: Antes de formarte en el vientre de tu madre, yo te conocía. Antes que nacieras, yo te tenía consagrado (Jer 1,5).
Cada niño está en el corazón de Dios desde siempre. Por eso, en el momento en que es concebido, se cumple un proyecto eterno de amor infinito.
¡Cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido! Hay que mirarlo con esos ojos del Padre, que mira más allá de toda apariencia.
Pero con esa misma mirada tienes que mirarte a ti mismo. ¡Cuánte vale tu vida!
(Mons. Víctor M. Fernández)
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti.
Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
Amén